viernes, 14 de noviembre de 2008

REMOVER LOS VALORES DE LA IZQUIERDA

Me acercaré esta tarde por la sede del PSOE. Hay convocada una reunión y hace un mundo de meses que no comparezco ni me intereso por lo que allí se cuece. No es más que muestra de que los asuntos públicos me han resbalado un poco más en los últimos tiempos y de que mi mente ha andado y anda ocupada en otros asuntos más personales. Y creo además que existe una razón aún más poderosa: la gente que actualmente representa a los de izquierda en esta pequeña ciudad anda más ocupada en los asuntos de gobierno municipal que en el mantenimiento y el desarrollo del partido y de las ideas que lo pueden sustentar. Con demasiada frecuencia pienso que su actuación es idéntica a la de la derecha, de tal manera que, una vez conseguido el poder, lo que interesa es volcarse en él para ver la mejor forma de mantenerlo y de perpetuarlo. Es obvio que, en ese plan, a mí no me interesa lo más mínimo. Alguna vez les he pedido que se ocupen más de remover los valores del partido para que se mantenga viva la llama que pueda identificar el ideal de vida de la izquierda, que a partir de ahí vendrá la acción no solo política y de gobierno sino también social, que es más importante. Esta acción no la veo por ninguna parte. No me interesa cargar las tintas en el análisis, pero mis conclusiones no son demasiado positivas. En este plan, mis ánimos no se encuentran engrasados ni dispuestos solo a figurar nominalmente aunque reconozco que siento cierta vagancia a poner pies en pared y a soltar amarras. Por mis convicciones y por la situación en la que se encuentra esta ciudad estrecha. Me gustaría ver más manos abiertas, más preocupaciones por la discusión y la confrontación de ideas, y más reparto de funciones. Si no…, tampoco tiene mucho sentido. Veremos.

Me entero de la decisión de Luis García Montero de dejar su cátedra en Granada, tras las disputas con un colega de profesión. Me faltan datos para definirme y la sensatez me obliga a ser prudente. Pero me apena que sucedan estas cosas. Y mi ánimo está con Luis. Porque lo siento como un poeta sincero y honrado -en ese mundo undoso y fluctuante, de arenas movedizas y de falsas vanidades como es el de la creación-, porque será de los creadores que se queden por más tiempo y, sobre todo, porque me ha hecho pasar muy buenos ratos con su poesía. Gracias, Luis, y ánimo.

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