viernes, 21 de noviembre de 2008

"TÚ LLEVAS LA PALABRA"



Como casi todos los viernes, me llama Manolo por teléfono. El objetivo es acordar el paseo del sábado y soltar un parlao rápido. Ha acordado con Jesús echar la mañana por el Sangusín. Yo no me opongo porque son ellos los que conocen todos los rincones; me dejo llevar y basta. “Ya tengo comprada la carne”, me comenta el colega. “¿Y qué llevo yo?”, le pregunto a Manolo. “Tú llevas la palabra”, me responde tan tranquilo.

Le agradezco la respuesta, que no merezco, y me quedo pensando en lo importante que resulta el intercambio sereno y algo ordenado del pensamiento a través de la palabra. Cuando esto se cumple con un poco de éxito, casi todo lo demás se convierte en secundario y hasta en prescindible. Cualquier fotografía rescatada del álbum de mis recuerdos siempre tiene como música de fondo la conversación. Me paro a evocar y emergen numerosas ocasiones sazonadas por el intercambio de las palabras. He pasado horas hablando, deseando que el reloj no corriera por seguir en la conversación, fuera de día o de noche, andando y desandando el camino por seguir en la charla, haciendo muchos kilómetros con la esperanza de llenar unos ratos al amparo del diálogo. Y, en el lado negativo, los peores fracasos siempre los relaciono con el silencio, con la falta de palabra, con la ausencia del intercambio para ponerse de acuerdo y para deshacer los malos entendidos.

Así que, Manolo, iremos a la charla y llevaré la palabra. Y tú llevarás la tuya, siempre interesante. Y Jesús cargará con la suya. Y hollaremos caminos. Y nos sentaremos a la lumbre para comer la carne y beber esos licores que tan bien nos sientan. Y sentiremos una vez más el peso y el valor de la palabra. Venga.

N.B. Procuraré, no obstante, arrimar a la mochila un buen vino para beberlo cara al cielo, como lo hicieron Lázaro de Tormes o Sancho. El cielo nos envidiará.

2 comentarios:

Sinda dijo...

Y no sólo el cielo os envidiará, que a mí también me gusta el camino, la buena compañía y el buen vino.
Tus palabras me han traído a la memoria muchas noches entre amigos hasta bien entrada la madrugada. Recuerdo que cuando ya no podía más y me levantaba para irme a dormir, tú siempre decías: ven acá, siéntate, ya dormirás más tarde. Y allí seguíamos -ya fuera en Salamanca o en Béjar- hasta que finalmente el sueño apagaba las palabras.
Tu amigo Manolo tiene que ser un buen tío. Felicidades por tener quien te marque el camino. Qué bueno es a veces dejarse llevar!

mojadopapel dijo...

Tienes razón Sinda,Manolo es un buen tio, amigo de sus amigos, y qué envidia me dan los tres!!!!.