viernes, 7 de noviembre de 2008

ANDA MI MENTE ESPESA


Anda mi mente espesa, como casi siempre en los últimos meses. Creí que me levantaba en los últimos días pero ayer y hoy han sido de caída libre, de visita al abismo, de reconocer -una vez más- que hay hechos que me duelen, aunque certifique que son inevitables y que tengo que acostumbrarme a ellos y sublimarlos hasta convertirlos en algo positivo para todos. Tengo que reforzar los contextos para que los hechos no me pillen vacío y sin defensas, con el ánimo al pairo de la desilusión. ¿Alguien sabe y entiende qué sensación se produce cuando se entiende la teoría de los hechos pero no se halla el consuelo que la razón dicta? Pues eso exactamente es lo que me ocurre desde hace bastante tiempo. Demasiado. Algún día tendré que serenarme, venirme arriba también en las palabras y en los hechos, y entender que hay mucho por lo que seguir dándole vueltas a la vida. En mi caso todo esto se agrava por la conciencia de que la vida me sonríe en muchas otras variables y no tengo derecho a quejarme delante de los demás de aquello que me duele. Y, sin embargo, ando por el ágora como un alma en pena, tal vez hasta provocando a tanta buena gente que sí que lleva realmente una cruz a cuestas y en silencio. Tengo sentido de culpa y debería pedir perdón. Lo hago sin más pausa, pero sé que no será la última vez que tendré que hacerlo. Así soy de debilucho.

Como si quisiera sumarse a la fiesta, hoy me envuelve una niebla densa y húmeda que me deja perdido en medio del paisaje urbano y natural. Las calles son baúles donde se pierde uno y el monte y el cielo navegan por otros mares que no se atisban desde esta terraza. Mañana tiene que ser otro día y me echaré al monte para ver si lo reconozco y sigue allí aguardándome, con sus árboles ocres, con su tiempo parado, con sus leyes eternas, con su canto silencioso y su silencio sonoro. Mientras llegan mis hijos -siempre es buena noticia- me perderé en las páginas de un libro cualquiera que me ofrecerá un negativo de la vida, de otra vida que también anda ahí afuera y que yo puedo vivir desde aquí adentro. Vale.

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