lunes, 3 de noviembre de 2008

SIN CONSEGUIR VER NADA

Llevo un par de días asentándome, mirando hacia todas partes sin conseguir ver nada, sintiéndome vacío, repitiendo gestos que empiezan a no tener sentido, comprobando que hay sitios ocupados por distintas personas, horarios diferentes, velocidad del tiempo confundida, noches más sosegadas. Estoy descomprimiendo y no me resulta sencillo porque todo ha sido muy denso y muy continuo.

Y al tiempo le da igual que yo me despiste o que yo me propague en alegrías. Todo sigue adelante, con el mismo sentido que hace días, acaso sin ninguno que yo pueda explicar. Hay que volver a Séneca, sentir con los estoicos que nada es importante como para alterarnos la vida demasiado, que solo el ralentí de la conciencia nos tranquiliza un poco, que todo se burla de nosotros si queremos razonarlo y embridarlo.

Me viene a la memoria un breve pero bellísimo poema de santa Teresa que casi encaja con esta idea. Es el siguiente: “Nada te turbe, / nada te espante, / todo se pasa, / Dios no se muda, / la paciencia / todo lo alcanza, / quien a Dios tiene / nada le falta, / solo Dios basta.” Lo malo es que, para se cumpla el deseo, tienen que cumplirse todas las premisas. Y esto ya es harina de otro costal.

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