viernes, 31 de octubre de 2008

EL CURA ANTONIO

¿Por qué tanta noticia negativa? Todo se precipita. Y yo quiero jurar que no me gusta pensar y comprobar que todo camina sin parar hacia el dejar de ser.

Ha fallecido Antonio, el cura Antonio, el Cura. Lo escribo así, en mayúsculas, porque para al menos dos generaciones él fue el cura por antonomasia. Mi relación con él fue larga y de una amistad a prueba de bomba. Algún azar extraño hizo que se fijara en mí, que me animara a dejar el trabajo, que me dedicara al estudio, que estudiara y que me dedicara a la enseñanza. En buena medida le debo a él el cauce que tomó mi vida y que me ha llevado por donde me ha llevado. Pero sobre todo tuvimos una amistad muy larga y muy sincera. Pronto me di cuenta de que mis ideas chocaban a veces con las suyas pero eso no fue obstáculo para que nos confiáramos cosas, para que charláramos, para que realizáramos muchísimas actividades juntos, para… ser unos estupendos amigos. Cuando comenzó su larga y penosa enfermedad, algo sucedió para que nos distanciáramos un poco. Creo que sé la razón pero no tengo ganas de proponerla aquí. Qué más da. Nunca perdimos nuestra amistad, pero ya nada volvió a ser lo mismo. Hoy ha puesto fin a esta carrera que ya tenía tan perdida. Me he sentido muy triste cuando lo he visto postrado ya cadáver, y a la vez he sentido el alivio de saber que ha dejado de padecer después de tanto tiempo.

Antonio fue siempre y sobre todo bondad y visión optimista de la vida. Y como vivía la vida la transmitía. Creo que su bondad no era la del imbécil intelectual y ayuno de razón sino la del que, desde el fondo de la razón, anda un poco de vuelta y se refugia en la templanza y en la visión tranquila y sin dogmatismos. En ese terreno es en el que nos encontrábamos siempre. En esa postura es en la que lo admiraba más. Con frecuencia sublimaba ese estado en el gozo de verse un elegido. Es imposible olvidar que se trataba de un sacerdote. Copio aquí unas palabras que lo reflejan bien:
“Una mañana de fiesta nací a la vida en Ledrada, señora del Sangusín y reina del atardecer.
Una mañana de sol me hizo Dios de barro y cariño especial; y con un cuidado exquisito me sentó sobre la tierra parda y morena de la vida bebiendo la luz de un sol tímido, vergonzoso pero radiante de esplendor y claridad.
Y me dijo: Hala, Antonio, a la Vida, que mucha gente te espera, te quiere, te necesita.
Y las flores todas del valle se transmitieron la noticia unas a otras: Ha nacido Antonio, ha nacido Antonio…”

Con este estilo directo habló, escribió y vivió. Hoy lo ha dejado todo. También en mis palabras su recuerdo, el recuerdo de un amigo, la admiración y el reconocimiento. Adiós, amigo.

Y mañana se marcha mi madre a Salamanca. Ya estoy pasando malos ratos. Mañana no será menos. Pero he de reponerme y levantar la cara. Lo haré seguramente. Ya veremos.

5 comentarios:

mojadopapel dijo...

Lo harás.

Ana dijo...

Creo que yo también conocí al Cura Antonio. Quizás fuera aquél compañero del instituto durante algunos años. Aquél que nos amenizaba las comidas navideñas en el bar con el organillo. La verdad es que la figura de Antonio me queda muy lejana, pero no tanto como aquellas estupendas celebraciones que se fueron perdiendo por el camino.
Te leo todos los días. Se que no estás en un momento bueno. Desde aquí un fuerte abrazo de ánimo.

Sinda dijo...

La muerte de Antonio -sabiendo lo perra que ha sido la vida con él- no es tan mala noticia. Yo me alegro de que al fin descanse. Cómo se ceba el destino con algunos hombres!
Lo he recordado muchas veces en estos años, joven y alegre como cuando lo conocí. Recuerdo los paseos por Béjar con vosotros y las charlas en casa de José Luis Majada. Siempre lo asocio contigo y con el otro Antonio.
Ahora te toca levantarte, y seguir camino, pero no cabizbajo, sino con optimismo; te toca también descansar y estar preparado para que la generación que está llegando te encuentre fuerte y alegre,que si no, se va a acojonar nada más llegar al mundo (no te imaginas lo que he disfrutado el rato que pasé esta mañana con mis nietos, hacía tiempo que no me reía tanto: son maravillosos.)
Hala, ponte las botas y tira p'al monte que lo tienes bien cerca, y siempre te recarga las baterías.
Un beso grande

Jesús Majada dijo...

Verdaderamente siempre fue, "en el mejor sentido de la palabra, bueno".

Antonio Gutiérrez Turrión dijo...

Para Ana: Ese exactamente es este Antonio.

Para todos. Lo mejor será un buen recuerdo, que es lo único que vence el poder de la muerte.