viernes, 3 de octubre de 2008

UN MINUTO QUE SE SALVE DE LA QUEMA

Existen muchos días de los que me resulta muy difícil hacer emerger un minuto que se salve de la quema. Hoy tal vez es uno de ellos. Ayer sucedió otro tanto. Me encuentro demasiado concentrado en dos actividades que casi me obsesionan y que me dejan la mente en un blanco casi inmaculado. Podría refugiarme en asuntos de tipo externo y social. Al fin y al cabo, todo me atañe y –ya lo he dicho alguna vez- nihil mihi alienum puto; pero cada día huyo más de todo lo que anda por ahí y me siento menos cerca de las relaciones que se entienden como políticamente correctas. Qué podría yo decir de las crisis liberales al uso, del hazmerreír de ese país ejemplo de los ejemplos, del papanatismo de todos los demás pensando en él, de lo escondidos que andan los gurús que han promocionado todo esto, que no dan la cara ni pagan por nada, de…
Así que miro atrás, a este día, ya tres de octubre, y se me marcha en casi nada. Si acaso en comprobar cómo mi madre cada día incorpora un nuevo hecho que la aproxima por momentos a la vida real, a aquella que fue en otro tiempo y que ahora revive por momentos y en forma de instantes pasajeros. No me hago ilusiones porque sé que hay cosas que no volverán nunca, pero me ilusiona pensar cómo llegó hasta nosotros y cómo se encuentra en estos momentos. Su mente recupera durante algunos instantes recuerdos fugaces de personas que se habían alejado totalmente de su pensamiento. Y todo tiene su contrapartida pues, cuanto más recupera, más consciente es de su situación, y más sufre en esos instantes.
No me quedan más fuerzas para iniciar proyectos ni desarrollar ideas por pequeñas que estas sean. Se me marchan los días y las noches, algunas de blanco en blanco y algunos de turbio en turbio. Qué experiencia tan honda la de estos meses, la de cada día, la de cada hora. Mañana será otro día y en él también tendré que salvar algún momento de la quema.

2 comentarios:

Diego Fernández Magdaleno dijo...

Querido Antonio: dale a tu madre un beso muy fuerte de mi parte.
Y para ti, un gran abrazo,
Diego

altairbejar dijo...

Ánimo Antonio, supongo que esta mañana te habrás dado uno de esos paseos a los que un día me invitasteis y te habrá servido para llevar la mente por otros caminos.

Un abrazo.