domingo, 12 de octubre de 2008

PATRIOTERISMOS

¿Por qué no puedo abrir mis carnes y dar al viento todo lo que guardo? No estoy en condiciones. Será que soy cobarde. Supongo que diría demasiadas barbaridades que no encajarían en una perspectiva un poco más pausada.

Lo cierto es que la presencia de mi madre, y sobre todo su situación, me convocan espíritus de rebeldía que afectan a demasiados principios y a demasiadas personas, me aseguran verdades demasiado evidentes y con ellas mi ánimo se sitúa en coordenadas que no quiero explotar hasta sus últimas consecuencias. Voy a seguir mordiéndome la lengua, a guardar un silencio pudoroso y a esperar otros días más serenos.

Como sucedáneo me refugio en otros asuntos que no siempre me agradan ni me llaman del todo, pero que están ahí y también forman parte de mi vida, que me arruinan o me salvan ese minuto al que aspiro cada día. Así que voy a ello.

Califica el señor Rajoy de “coñazo” el desfile de las fuerzas armadas y el malestar que le supone tener que acudir a él. Vaya por Dios, el alguacil alguacilado, el patriotismo de pandereta, la fuerza por la boca y el renuncio más infantil, el cazador cazado. Naturalmente que es un coñazo para muchos esta demostración de fuerza inútil y antañona. Para mí desde luego, a pesar de las fanfarrias, de la música animosa y del colorido del cuadro. Y, sin embargo, al hilo de la noticia, he dedicado un rato a ver por televisión ese desfile. ¿Qué quieren demostrar estos señores, que saben matar mucho? ¿A quién quieren matar si eso solo lo hacen los asesinos y se les lleva a la cárcel? Por la avenida desfilaban mozos engolados que miraban hacia arriba como perdonando la vida a todo el que los viera, y hacían como que corrían los legionarios con un cordero al lado. ¿Adónde iban tan deprisa? ¿Acaso les habían llamado para cubrir alguna urgencia? ¿Les habían llamado para tomar el rancho y tenían hambre? ¿Por qué todos levantaban las manos como espantando moscas? Eso es mejor hacerlo con espray: resulta más eficaz. ¿Y todos los caballos ensuciando el paseo? Alguno de los que montaba en ellos seguro que, con mis impuestos, todo lo que habrá hecho en el año es enseñar al caballo a hacer molinetes sobre el asfalto. ¿Y es eso patriotismo? ¿Por qué tanto ridículo? ¿No será más cierto que a casi todos se les va fuerza en ver la forma más breve de ascender en la escala para cobrar más, trabajar menos y mandar aún más? ¿Por qué si son tan patriotas se jubilan tan pronto? ¿Por qué no renuncian a los dineros que suponen las medallas? ¿Por qué se erigen en salvadores y defensores de los demás? A mí que me dejen en paz, que yo me salvo solo, y ya me enrolaré en milicias si algún imbécil me ataca y me molesta. ¿Por qué no se celebra mi trabajo que anda cada día intentando a enseñar a pensar a las personas en lugar de a matar? ¿Por qué las autoridades no me condecoran ni me aumentan el sueldo cada vez que hago algo y a ellos sí? ¿No se dan cuenta de que ellos son todos patriotas y yo no, y por ello necesito más estímulos? ¿Por qué el alcalde de mi pueblo -y los de todos los demás- pierden el trasero ante las fuerzas de orden público, acuden a sus fiestas, les dan lugar de honor y los alaban y a mí no me hacen ni caso? Yo también dedico esfuerzos en salvar a mi patria a través de la enseñanza. Ellos lo hacen con pistolas, yo con la palabra y la razón. ¿Por qué tanta pantomima y tanta mentira? Y tengo que reconocer que siguen cosechando mucho apoyo: sus cuerpos son beneméritos, gloriosos y no sé cuántas cosas más; el mío no tiene nombre que yo sepa.

Así que, señor Rajoy, aunque usted no tenga derecho a ser tan hipócrita, para mí sí es un coñazo esto de las fuerzas armadas, lo son sus estructuras de ordeno y mando, con las que se enseña a obedecer pero no a pensar, a degradarse como ser humano en lugar de a engrandecerse con el razonamiento, lo son tantas prebendas como, al amparo del falso patriotismo se llevan sus componentes, lo son tanta bobada como hay escondida en estos aspavientos. No sé qué pensarán los militares con cabeza y sensatez, que los habrá, como en todos los sitios, aunque la estructura no invite precisamente a ello. Me gustaría saberlo.
Frente a este mundo oscuro, este país vive sangría continua de los del otro lado, de los que parece que solo se divierten quitándole cacho a los restantes de la comunidad. Son los nacionalismos, por supuesto. Muy difícil entonces este invento, a veces, muchas veces, imposible. “De todas las historias de la Historia, la más triste, sin duda, es la de España…”

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