Vamos a dar por buenas todas las variables que apuntan a la existencia histórica de Jesús, a pesar de que hay quien pone cuenta en la epéntesis posterior del párrafo que describe su existencia en Flavio Josefo por motivos interesados; vamos a dar por buena la historia, contada por partidarios, jueces y parte, muchos años después de su existencia (hay que suponer que cincuenta años de tradición oral de entonces equivalen a muchos más en nuestro tiempo), vamos a suponer todo lo que haya que suponer y siempre en el terreno positivo. Vamos a suponer la muerte del Cristo como redención del género humano. Habrá que suponer que fue la redención también de todo el género humano, en todo el espacio y en todo el tiempo. Por cierto, ¿redención del género humano o también de los demás géneros que pueblan la tierra? ¿Qué significaría,entonces, la salvación de una encina, por ejemplo? ¿Qué pasa con todas las personas anteriores en el tiempo al suceso de la cruz? Me viene a la memoria la Divina Comedia, que gasta sus esfuerzos en esto de la salvación y de la condena: "lasciate ogni speranza". Ni una sola palabra a las personas ajenas al círculo geográfico que interesa a la cultura occidental. Ni una. Nada que discernir sobre los que vivieron en anteriores tiempos. Nada. ¿Cómo se puede hablar entonces de salvaciones universales y de normas eternas. Esto es un camelo. Aquí hay que volver a organizarlo todo si quiere ser creíble. O acaso una vez más habrá que hacer distinta la realidad de la religión con la de las religiones.
Hay una muerte en cruz por todo el mundo, para todos los tiempos y para todos los lugares; lo contrario sería contradicción y pisto desaborido. ¿Cómo ajustar todo esto con las realidades de cada día, de cada ciudad y de cada semana santa? ¿A qué viene, entonces, apropiarse de la moral como si no existiera nada más que en algunas prácticas y estuviera borrada en todas las demás? Ayer dibujaba en su blog Comendador una hermosa estampa de contradicción y de hipocresía. Es un ejemplo más de esta moral que se quiere única y que encima perdona y mira por encima del hombro a las demás y a las otras personas, cuando no las ignora. ¿Cómo conjugar el fondo de una moral que responda a principios universales y permitir que cada uno la desarrolle según su leal saber y entender? Tras las bases generales anda la razón humana y no logra alcanzarlas con certeza; sus limitaciones no dan para esos logros tan abstrusos. Ahí es donde muerde su cacho la religión y se apodera de la zona gris, de todo el territorio de la niebla. Después, cuando hace sol, o sea, cuando hay que aplicar normas más concretas, todo lo hace salir de esas tinieblas. Entonces la razón se le rebela y andamos a tortazos casi siempre.
Hay una muerte en cruz que tiene que abarcar a todo el mundo. No hay otra solución para un asunto eterno. Y viniendo de un dios ya ni te cuento. Bajo sus brazos abiertos y extendidos tienen que caber todos, los de las procesiones y los otros, los del culo en la playa y los del tajo, los que viven muy cerca y los de lejos, los de antes y los de ahora, todo el mundo. Un acto de ese amor, de manos de un sujeto omnipotente, tiene que dar cobijo a todo quisque, no hay otra solución que sea razonable, que encaje en los parámetros del discurrir humano. ¿Por qué esos manifiestos tan hipócritas y tan particulares? Que aquí cabemos todos, que nadie es más que nadie, que no hay que perdonar la vida al prójimo, pues todos la tenemos perdonada.Y un último respingo. Si Cristo murió sin cuidados paliativos (algún obispo dixit), ¿tenemos que ser todos otros cristos? ¿Acaso no es bastante sufrimiento? Qué disparates, Cristo, qué disparates. Y ya si desciframos que un padre mande a un hijo para cumplimentar nuestro rescate, un Dios omnipotente, positivo, que domina los tiempos y el espacio, con una eternidad por horizonte, podemos convertirnos en imbéciles que no entienden ni jota.
Hay una muerte en cruz, sábado santo.
sábado, 22 de marzo de 2008
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2 comentarios:
A ese arzobispo le diría yo que no hace falta retroceder 2000 años para buscar ejemplos de hombres que murieron con dignidad y sin cuidados paliativos. Que en Irak todos los días siguen muriendo de manera atroz, sin cuidados de ningún tipo, personas que estaban bien sanas, que ni siquiera necesitaban de la eutanasia. Le diría también que aquí, hace apenas 70 años fusilaron sin anestesia ni sedación, ni juicio previo, al que habría sido mi abuelo (tenía 3 hijos y la misma edad de Cristo, aunque corrió peor suerte que él, no tuvo sepulcro propio y sigue en una fosa común) y a otros muchos que no tenían intención de redimir a nadie, y que ni siquiera pudieron redimirse a sí mismos. Al arzobispo de Pamplona supongo que esto no le quita el sueño; en cambio a mi madre, a sus 86 años, la despierta cada noche la última imagen que de su padre quedó en su retina: encadenado junto a otros presos por la avenida principal de su ciudad. Le diría además que basta de doble moral y de hipocresía. Dudo mucho que si Dios existiera estuviera en contra de un acto de amor y misericordia como es la eutanasia
Feliz fin de semanasanta
Hoy te siento cerquita, Sinda.
Un beso.
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