jueves, 20 de marzo de 2008

EL TÁLAMO

La vida es una mezcla de raros sentimientos. Hace tan solo un año, tal que en Samana Santa, estaba con Juan Martín en Londres, gozando de su amabilidad, de su compañia, de sus desvelos. Con él recorrimos tantas cosas de la gran ciudad, visitamos lugares, echamos nuestras charlas, nos reímos, hicimos ejercicos de audición desde su voz tan baja, compartimos el don de la amistad. Hace tan solo un año. Poco tiempo después, alguna maldición segó su vida y lo dejó en las puertas de su jubilación. Hace tan solo un año. Es la verdad del tiempo. Hoy tengo muy presente su recuerdo.

"Tres jueves hay en el año que relumbran más que el sol..." Eso será en la tinta que ensucia los papeles. Este jueves es gris en estas tierras, con frío en el ambiente y un aire lastimero en los tejados. Pero, a pesar de todo, también ha habido Tálamo. Es el Tálamo una fiesta especial de Jueves Santo. Alguna cofradía forma fiesta en la calle, en torno de regalos que subasta. Durante las semanas anteriores todos se han preocupado de buscar por las tiendas los regalos, viandas sobre todo. Y en la plaza de San Juan se forma el mercadillo que por una semana compite con el otro, el de los Praos. Y viene mucha gente. En lo alto de la tarima se sitúan los productos que esperan la subasta. A eso del mediodía, siempre hay un voluntario que se agarra el micrófono sujeto a unos débiles altavoces y empieza a pregonar por todas partes. "Lote de veinte euros" "Hay quien dé más por esto" "Le sumamos un lomo para que no lo piensen" "Allí dan veinticinco" "Y allí treinta". Y así hasta que vacían los productos y dejan todo en blanco. No logro adivinar por qué el nombre de Tálamo. Tal vez por la tarima preeminente donde están los productos. Es esta una costumbre que viene desde antiguo. La cofradía aprovecha para sacar dinero y emplearlo en otras cosas. También en estos planos el tiempo cambia todo. Desde aquellos primeros siglos en que una cofradía atendía a los más pobres, pagaba sus entierros o celebraba ritos hasta estos días, acaso sean los ritos lo que más se conserva, o acaso no se vean ni se conozcan otras actividades. Interesante la sociología de los que participan en las pujas. Hay un poco de todo pero a mí me divierte ver cómo se empecinan hasta gastarse un buen fajo de euros. Quizás, como sucede en otros casos, hay un poco de todo y allí se mezclan muchos sentimientos. Yo no puedo saberlo. Hoy se ha cumplido una vez más el rito del Tálamo. Hacía mucho tiempo que no me paraba un rato a contemplarlo. Ahí sigue vigoroso. Que siga todo el tiempo que le plazca.

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