Nos pasamos la vida preguntándonos por lo que somos y nunca conseguimos descifrarlo. Siempre andamos traspasando la puerta con la curiosidad de encontrar al otro lado algo que nos dé complacencia, que nos satisfaga no se sabe muy bien con qué ni de qué. Y, en realidad, tal vez seamos exactamente lo que sabemos y nada más. Nuestra consciencia de la vida, la certeza de nuestras limitaciones, la seguridad de lo inalcanzable, la veracidad de la diferencia entre nuestros deseos y la vida repetida de cada día. ¿Qué pasaría si el ser humano renunciara a seguir avanzando, a especular y a hacer conjeturas sobre lo desconocido, y se sujetara a la consciencia como norma vital? ¿De dónde le viene al hombre ese deseo de dar un paso más cada día, esa necesidad de adentrarse en lo desconocido, ese interés por romper siempre barreras y sacarle un guiño más a lo que ve y a lo que siente? Y es que, ya lo dijo el maestro, "siente el pensamiento, piensa el sentimiento". Hay una brisa fresca que nos roza la piel y nos invita a seguirla, un flautista de Hamelin que nos engatusa y nos enreda, un cantor de fados que nos endulza y nos duerme, un eco sutilísimo de una escondida voz.
Somos lo que sabemos, y entonces, poca cosa, casi nada. A diario comiendo del árbol de la ciencia y cada vez más secos, con menos zumo dentro, con la boca reseca, con ardores de estómago, sin esa paz tranquila que tanto deseamos, con la certeza exacta de la muerte. Y si aprendiéramos un poco más, enseguida aquello de "solo sé que no sé nada", el inmenso misterio por delante, la noche entera en vela, el desierto velando el horizonte, la inmensidad del mar desde las olas, y las pequeñas olas también en su misterio: una simple caricia que no esperas, la voz a ti debida, el sol que te acaricia, unas palabras que salen de unos labios complacidos, la bondad de aquel gesto inadvertido, el brillo de la tarde, una mañana limpia, mi terraza y tu amor de cada día, la voz que se hace eco en la distancia y llega hasta estas sierras...
Son las pequeñas cosas, los pequeños detalles de la sabiduría, esos mimbres que fundan el misterio, lo poco que sabemos, la exactitud que marca lo que somos. También estas palabras, estas torpes palabras, que propagan mi eco hacia otras partes, hacia otros horizontes, hacia el sentir exacto de otras vidas.
miércoles, 12 de marzo de 2008
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1 comentario:
.....Y que siempre son el referente de la nuestra, y de como nos influye, vivir sin vida propia es agotador, como conjugar el deseo individual con todas las circunstancias que nos rodean.
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