lunes, 3 de marzo de 2008

DIARIO DE CAMPAÑA 11

YO VOTO
Llevamos ya unos veinticinco siglos con el invento este de la democracia codificado en textos. Este Platón de las entretelas tiene mucho que decir al respecto y tiene la culpa de demasiadas cosas, para lo bueno y para lo malo. El caso es que desde sus textos políticos tampoco ha sido tanto el tiempo ni los lugares en los que se ha practicado este sistema que se defiende como el menos malo que conocemos.
En nuestra sociedad, algunos tenemos la suficiente edad como para entender la diferencia entre períodos en los que el ser humano puede exponer públicamente su opinión y épocas en las que lo mejor era estar calladito. Y, ya lo decía el poeta: “se canta lo que se pierde”. Ojalá nunca perdamos este preciado tesoro de poder hacernos oír en la comunidad.
A mí me encanta votar; si por mí fuera, estaría todo el día votando. He votado siempre, creo que he sido consciente del voto que depositaba y me ha ido como a todo el mundo: unas veces mejor que otras. A mi alrededor se mueven personas de todos los pelajes, también algunos de aquellos que descreen de la res publica y que son reacios a depositar el voto en la urna. Su derecho tienen y su derecho ejercen. Yo, en cambio, ejerzo el mío, el de irme cada votación, pasarme por el colegio electoral, esperar lo menos posible y depositar mi voto en la urna. Luego aguardo a la tarde y me empapo con los resultados que me van llegando. Me interesan sobre todo las primeras horas y las primeras noticias. Que nadie crea, a pesar de todo, que yo voy entusiasmado a votar, qué va. No me entusiasman demasiado ni los partidos ni algunas de sus propuestas. Si yo tuviera que votar con el entusiasmo en la papeleta, lo haría quizás por alguna opción impensable en lo políticamente correcto; qué sé yo, tipo, monje trapense, o tal vez a algún cómico como Chiquito, o … Desde luego sería por opciones personales muy normalitas y por personas muy alejadas de lo que se entiende por líderes y mitos al uso. Así que tampoco votaría a Raúl, ni a ninguna miss España, ni al cantante de la banda del Mirlitón, si es que existe.
Pero hay lo que hay, existen las posibilidades que hay y tampoco es que me desagraden del todo. Porque la vida la concibo como posibilidades y no como verdades exactas, porque prefiero equivocarme a que se equivoquen por mí, porque no me lo permitiría ese gusanillo que horada mi conciencia, porque la utopía está bien pero en su sitio, porque nos lleva un vaivén de un pasito para adelante y dos pasitos para atrás.
Y es que, en el fondo soy un descreído, me falta el entusiasmo y busco el mal menor. ¿O acaso será el voto útil? Claro que si no fuera el voto útil, ¿para qué lo iba a depositar? Aspiro a que sea útil para avanzar sin tregua, para acercarnos un poco más a la justicia social, para renovar, aunque sea solo en parte, las esperanzas en un mundo un poco menos malo. Y para recordar a los representantes sociales, desde el mismo momento del voto, la necesidad que tienen de sentirse solo representantes delegados y no ministrillos propios de la nada, para poder exigir cada día en nombre de qué gobierna quien gobierna y para andar a medio camino entre la utopía y la cabeza asentada encima de los pies.
Yo voy a votar el 9-M. ¿A quién? El voto es secreto, pero nunca he ocultado mis preferencias por la izquierda. Además, soy un perezoso militante de la izquierda. Lo repetiré: mientras tenga que ser, mi voto será de izquierdas. No le veo más utilidad social que esta, pues me parece indecente estar en la vida pública sin una visión social y presta a ayudar al más necesitado.
Pero allá cada cual, que en esto consiste la democracia, en la expresión libre de las voluntades. El paseíllo va a comenzar. Suerte, vista y al toro.

1 comentario:

Er Schú dijo...

Ahora sí. Éste es ya mi Antonio de toda la vida. El de la carcajada amplia, el del “to” bajarano, el del “to coño claaaaaaaaaro”, el de la prosa sencilla y clara, el del descojono a pesar de la duda metódica, el de las relecturas de los clásicos. Jesús, con este artículo ha igualado la calidad de tu prosa. Os tengo santa invidia clericalis. Y de la misma manera y con la misma pasión que nos deseábamos hace siglos el mejor de los trabajos antes de Béjar o de Benavente, y el mejor de los coches, fuera diane seis, u ochocientos cincuenta o SEAT familiar milquinientos, os sigo deseando larga vida, salud y república. Abrazos.