lunes, 17 de marzo de 2008

A VECES LLEGAN CARTAS

Me gustaría ser visitante de mí mismo durante esta semana. Y durante la siguiente, y la de más allá. Así pondría contraste con tanto folclore hueco y tanto tecnicolor. Voy a tener tiempo y espacio para intentarlo, no sé si ganas de conseguirlo. En realidad, me hubiera gustado una escapadita con charla y sol, pero las cosas están como están y hay que aclimatarse a los rayos del sol de la montaña y a sus temperaturas, a las formas más débiles del discurrir oscuro de la vida, una forma eufemística de la expresión castiza "ajo y agua". Qué le vamos a hacer. Unamuno titulaba alguno de sus escritos con esta expresión tan suya: "Adentro". Al interior quiero yo ir, en busca de ningún tesoro porque nada existe, pero con la intención de matar el gusanillo de la conciencia, por si acaso le da por aparecer algún fantasma y pone en orden lo que acaso ya lo tiene o acaso no lo puede tener nunca. Porque alguien tendría que arrojar un poco de luz sobre mí mismo para aclararme en qué coño consisito yo y cómo tengo que orientarme. Llevo buena parte de mi vida tratando de indagar un poco en qué consiste el ser humano; incluso parecería que ya había dado con alguna de las claves, y, sin embargo, aquí me encuentro imbécil, sin saber a qué carta quedarme conmigo mismo porque me desconozco, porque nunca termino de saber si tengo que opinar o estar callado, si tengo que actuar o estarme quieto, si tengo la razón o no me entero.

Me llega una última entrega de Luis Felipe Comendador. No sé si soy objetivo a la hora de juzgarlo, por los lazos que me unen a él, pero este hombre no deja de sorprenderme positivamente. Se trata en esta ocasión de un ejemplar titulado "Obra gráfica: ediciones trágicas by spain". En él se recoge parte de la obra gráfica que ha ido colgando en su propio blog en los últimos meses y que ahora, reunida en tecnicolor y fresquita, me supone un soplo finísimo de aire fresco en lo que a creación artística se refiere. Comendador ha merodeado en los aledaños de la poesía visual -quizás es a lo que más se aproxima esta cosa rara que me envía- y lo ha hecho con el mismo ímpetu y fecundidad de siempre. Cuando un creador visual rumia una obra, Comendador ya le ha dado forma a toda una colección; cuando el creador visual cree tener la idea, Luis Felipe anda ya en otros menesteres. Y lo mejor de todo es que yo no cambio su obra por ninguna de los consagrados. Con fotografías, collages y variantes de una palabra, logra reunir todo un fresco y hasta un retablo de poemas visuales. Siempre tiene en sus manos y en sus ojos la visión oblicua y especial del creador; por eso se ríe de la vida, al menos tanto como la vida se ríe de él y de sus cosas, y por eso mantiene con éxito este pulso desde hace tanto tiempo. Siempre he pensado que, en términos mercantiles, si este sujeto hubiera estado en Madrid, donde se cuecen los circuitos y se zurcen las telas, habría alcanzado unas dimensiones insospechadas desde este escondido rincón de Béjar, ciudad estrecha y fría, olvidadiza y esquiva con sus creadores y pensadores. Siento vergüenza al pensar que, a estas alturas, aún no tenga ningún reconocimiento de este pueblo, aunque solo fuera de tipo testimonial. Pero ha aprendido las bondades del refugio de la cueva -demasiados refugios según mi manera de pensar y en todos los niveles-, la sonoridad del silencio, la gracia del apartamiento, la visión de la atalaya, la vulgaridad de la tribu y el ruido insoportable de las calles. Y ahi sigue escondido y produciendo, viviendo a su manera, dando manotazos a diestro y siniestro, dejando cada día destellos de su vida y sus heridas.
Como es obra de autor, el número de ejemplares es también manual y restringido. Solo somos algunos afortunados los que nos aprovechamos de casi todo lo que hace. Tengo la obligación y adquiero el compromiso de dar a conocer a todo el que se cruce en mi camino esta nueva entrega artística de Luis Felipe Comendador. Para empezar lo haré con mis alumnos, después con otras gentes. Y enseñaré lo que es un verso con la figura de una mujer haciendo el pino, o un poemario con una colección de botones, o la feliz conjunción de un po-enema desde un aparato en forma de infusión. Hay tanto que enseñar y que aprender...
Gracias, colega, amigo, hermano. Usted sí que vale, Felipema, que eres un Felipema.

3 comentarios:

Luis Felipe Comendador dijo...

Gracias mil, Antoñito. No tengo ya palabras, pero te prometo una imagen para ti solito, una cabrona y dulce a la vez, una que compendie y llame a esa sonrisa que tanta falta nos viene haciendo.

Un abrazo de los de verdad... y otro de los de mentira, coño, que también tienen derecho.

Besos.

Sinda dijo...

Me gustaría conocer esa "Obra gráfica..." Qué enorme suerte tener a un tipo así por colega, por amigo, por hermano!
Qué gran suerte tiene él también por lo mismo!
Qué gran entrada la tuya de hoy!
Qué gran envidia os tengo a los dos por esa forma tan rápida y brillante de decir lo que decís, ya sea en prosa o en verso, o en foto o en collage...
Qué suerte tengo yo por poder leeros todos los días.
Que sepáis que aparte de hacer rebién algo que os gusta, alegráis muchos momentos a la gente que os lee-que no es poca. Y que siga, que siga la rueda girando.
Más besos

Antonio Gutiérrez Turrión dijo...

Pues se me ocurren dos formas, o llevarla a la costa o viniendo Mahoma-Sinda a la montaña. No sé por qué me huele como más probable la primera. Besos.