domingo, 23 de marzo de 2008

YO QUIERO QUE ME QUIERAN

La Pascua es una fiesta de alegre primavera. ¿Por qué no vino el sol esta mañana? Solo frío y restos de la nieve, algo más de reserva en la montaña y algunos días más de curro para mi sobrina Mª Ángeles, que ya debe de estar harta de tanta nieve encañonada y la veo con ganas de que acabe la temporada. No te preocupes, moza, que todo llegará más pronto y menos tarde. El caso es que se agota la semana, esta Semana Santa que se acaba con este día de Pascua. Pascua y resurrección, apuntes de nueva vida. Esto de la religión, con tal de abarcar todo, lo que ayer eran lloros hoy lo convierte en risas, a pesar de los fríos. Así ordena los años y los días. Y nosotros nos sumamos a este orden y enfilamos los hechos con varias perspectivas. Al fin y al cabo no es otra cosa que ponerse a las órdenes de la naturaleza, ese milagro eterno que nos ve poca cosa, se ríe de nosotros y perdura, perdura y se repite mientras todos nosotros nos vamos alejando hacia ninguna parte.
Pues si la Pascua es vida, resurrección y gloria,una gloria de tiempos infinitos, qué poca cosa somos. Un Dios que resucita para todos los hombres, ¿de siempre?, ¿de todas las latitudes? ¿Y los otros planetas? ¿Y las otras galaxias? ¿Y el principio de todos los principios? Qué nube tan intensa. No quiero ponerme trascendente. Como soy poca cosa, tal vez también podría proponerme mi resurrección propia; o tal vez apropiarme de lo que de la resurrección me corresponda. Si así fuera, tal vez no sería poco pedir que se cumpliera lo que yo más deseo. Es una cosa simple, elemental, sencilla y cotidiana. Ahí va su simple fórmula: "Que los demás me quieran". !Es algo tan sencillo y tan complejo...! Porque abarca dos líneas de conducta, la que viene a mí mismo y la que va de mí mismo hacia los otros. Sé que para que pueda producirse tendré que andar al loro, sentir que no soy nada sin los otros, que mi vida son ellos a mi lado, que hay roces cada día y cada hora, que tendré que ceder en muchas cosas desde el oscuro carácter que me habita. Me gustaría ser claro en la palabra, pues es la línea recta que da cuerpo a las ideas y perfila la conciencia de las personas. Me siento con frecuencia no entendido, existen muchos ruidos, demasiados, en el acto sagrado de la comunicación. ¿Por qué no amar, entonces, los silencios? Que los demás me quieran también si me equivoco, pues son las intenciones las que marcan las notas del impulso, y son las reflexiones las que serenan todo, las que vuelven las aguas a su cauce. Cualquiera diría que a mí me miran mal en esta casa, que tengo que esconderme en mi terraza. No es verdad, lo confieso con gracia y con contento. Echaba mi mirada hacia otros sitios. Porque creo que, en el fondo, es lo que queremos todos y no siempre lo practicamos, aquello con lo que nos conformaríamos pero que no alcanzamos con frecuencia.
Así que no me importa confesarlo, yo quiero que me quieran, ¿se me entiende? Soy bastante mimoso. Acaso pido mucho, y soy un ser tal vez desagradecido con todo lo que tengo. Vale pero yo quiero que me quieran. Está claro que tengo que cumplir con mi parte de culpa y querer a los otros un poco más que ahora. Para este año basta. El próximo veremos. Será una feliz resurrección. A ella.

4 comentarios:

Er Schú dijo...

Tengo poco tiempo, el justo para leer tu entrada de hoy y poner mi grano de arena para que siga prosperando esta tu página. El resto, ya sacaré tiempo para leerlo. Mira por dónde esta prosa me ha gustado. Oye, y me ha venido a la memoria una frase con el mismo sentido aunque teñida de trascendencia: ¿No será tuya, de antes, de mucho antes?
"No sabemos si estamos destinados a ser río caudaloso o si hemos de parecernos a la gota de rocío que envía Dios en el desierto a la planta desconocida; pero, más brillante o más humilde, nuestra vocación es cierta: no estamos destinados a salvarnos solos"

Er Schú dijo...

¡Jolín, qué cansado ando con la cabeza! Pero me he quedado un ratillo para leer tus últimas entradas. Me voy rápidamente a seguir ayudando a buscar testigos, que mi hermana Mari no da abasto, porque la otra hermana sigue inválida y eso tiene muy mala pinta, y ahora está ella sola y no tiene a nadie que la defienda; y el que la atropelló en el paso de peatones tiene a una multinacional de seguros que tergiversa los hechos. Así que me voy a seguir con lo importante, con denuedo y sin descanso, porque la cosa clama al cielo. No obstante, sólo una nota:

Ayer me encontré con cuatro colegas en la Calle Larios. Saludos , saludos… y a tomar unas gambas y unas cervecitas en una terraza al sol. Conversación. Dos de ellos son del partido de los cristianos laicos como les llamaba Nietzsche y comentando lo sempiternamente manido desde el Concilio de Nicea de la universalidad de la Redención y las costumbres de las manifestaciones religiosas en la Semana Santa Malagueña desde 1488 “pacá”, uno de ellos, Catedrático de Ciencias Naturales, Doctor en Geología y doblemente licenciado en Biología y Bioquímica, decía que él en estas cosas… que nada, que imposible, que en la Iglesia que no creía y cito sus palabras “En Dios… bueno, pase, quién sabe, pero desde luego en la Iglesia ni hablar, yo no creo en la Iglesia ni de aquí a Lima” y en ese momento yo tuve una pequeña ocurrencia por hacer una gracia. Es que a mí, no sé por qué, a veces me divierte la dialéctica chunga; y le dije, “pues caro amigo, yo no me explico cómo puedes creer en Dios. Eso es lo difícil de creer, pero coño, mira que en la Iglesia, pero si está ahí, leche, pero si es la Institución que organiza todo este tinglado”. Pues chico, que le sentó mal al gachó; no lo de Dios ni lo de la Iglesia, sino que le contradijera y la carcajada que soltaron los otros colegas con mi inocente intervención. Bajó la cabeza comiéndose los labios y suscitó un silencio tenso ante el que no supe reaccionar más que levantándome diciendo “voy a invitaros que se me hace tarde” y me levanté camino de la barra del bar, sacando la cartera. Hete aquí que cuando estaba yo dentro creyó que no lo oía; y comenzó a murmurar en voz baja, que oí con una nitidez meridiana, pues me paré dentro ya del bar pero al lado de la puerta. “Es un facha, además de accionista es xenófobo, y franquista y bigotes y nacionalsocialista, Irak y prestís” Entendí todos los insultos poniéndome en el lugar de su cerebro, menos el último. Oye, Antoñiyo, tú que eres del gremio, por etimologías o por el Lausberg o por el Pidal o el Lapesa, ¿sabrías decirme qué querría decir al intentar insultarme con el término “prestís”? Si es muy fuerte me lo dices por mail o por teléfono. Gracias, abrazos y feliz primavera.

Antonio Gutiérrez Turrión dijo...

er schú, no hagas preguntas retóricas, puñetero, que bien sabes que no pueden ser contestadas porque llevan implícita la respuesta.
Por lo demás, haya paz, vino y rosas. Vale.

Sinda dijo...

Muac,muac,muac. Yo te quiero una "jartá". Tú lo sabes, pero a veces -es cierto- hay que decirlo.
Más besos