jueves, 27 de marzo de 2008

VALLE DEL JERTE

He vuelto a ver los árboles del Jerte
que ofertan una luz desvanecida.
Desde aquí, tierras altas, atalaya
que orienta la luz hacia Castilla,
(puerto de Tornavacas)
todo el valle es de plata en este marzo
que apunta la incipiente primavera.

Los regatos se intuyen resbalando
desde los precipicios y la nieve,
hasta llegar al valle, peregrinos,
confusos, cristalinos, con el agua
sembrando su monólogo imposible.

Es todo el valle un cuenco
de semen vegetal. Allá, a lo lejos,
la tarde se remansa en un pantano
donde el cielo se baña y se descubre
en la quietud extrema de la tarde.

Son los ojos la luz
y aquí hoy la luz es blanca, fagocita
los verdes prematuros de las hojas
y los grises oscuros de las ramas.
Los bancales son sábanas de espuma.

Mi corazón se marcha, solitario,
camino de las sierras y las ramas,
atraviesa del valle la espesura,
se unge con la luz, con savia nueva,
se viste con la túnica y florece
al compás del cerezo y del olvido.

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