miércoles, 26 de marzo de 2008

LA PARTE POR EL TODO

Hay términos a los que les cuesta demasiado entrar a formar parte del vocabulario cotidiano de cualquiera. La causalidad es siempre múltiple y no resulta productivo glosar aquí las razones de este hecho. El caso es que es real y se produce con demasiada frecuencia. A mí me ha sucedido con términos como cera y acera, o con palabras como sinécdoque y metonimia. Está claro que, aunque uno se dedica a este asunto de usar palabras, tienen más perdón las dos últimas que las dos primeras. Pero las dos parejas se han empecinado lo que no está en los escritos y yo a veces lo he sufrido hasta el ridículo.
Define el diccionario la sinécdoque como la designación del todo con el nombre de una de sus partes. El rollo ese de que si había mil almas por mil personas y tal y tal. La metonimia es aquello de la contigüidad, palabra que también hay que explicar como término y que a mí y en este contexto ya me cansa.
El caso es que yo creo que la sinécdoque -vaya palabrota, no me extraña aún que yo la confundiera tanto con su prima metonimia- se utiliza demasiado en la vida: en la familia, en la iglesia, en la enseñanza, en el gobierno, en las comunidades…, en todo. Acaso lo hacemos por comodidad y por economía, que en la comunicación funciona con la misma intensidad que en los bancos, o sea, con la máxima. Y tal vez por eso hablemos de la Iglesia cuando se manifiestan solo algunos de sus obispos -aunque en la dogmatización sea difícil establecer corralitos-, o de la ciudad cuando lo referido se aplica a solo una parte, o de la patrona de no sé que sitio cuando allí hay un buen grupo de no creyentes, o …
Durante estos días nos suena un poco más el sonsonete de la sinécdoque por la ronda de conversaciones que los grupos políticos tienen unos con otros para poner en marcha la legislatura. Así, los vascos piden no sé qué y los catalanes exigen no sé cuánto. Y de tanto ronronear nos hemos quedado con el sonsonete y lo hemos dado por bueno. Lo hemos interiorizado, como se dice ahora. ¿Qué es eso de los vascos o los catalanes? Se trata solamente, como todos sabemos, de algunos representantes de algunos catalanes, vascos o de otra parte, nada más que eso. Es este un caso clarísimo de sinécdoque que ensucia la realidad y que la pervierte hasta convertir lo singular en general y lo particular en universal. Tanto lo hemos interiorizado, que los otros representantes lo dan por bueno y no alzan la voz, y no dicen ni mu aunque los llamen cabestros.
Coño, que nos sirva para algo nuestra profesión, aunque solo sea para no pervertir con este descaro el significado de las palabras. Esto de suplantar el valor de las personas y subsumirlo en la simbología de los pueblos siempre fue peligroso. Por luego.

Pero me alegra la tarde una llamada de Morante en la que me conmina a mandarle unos datos biográficos y poéticos para colgarlos en la página Afinidades Electivas. Soy muy reacio a estas cosas, pero lleva ya tiempo dándome la vara cariñosamente y hoy me ha desarmado. Prometo el envío. En la conversación se cruza su entrevista en la revista El coloquio de los perros (en la que , por cierto, se me cita y se me atribuye algún mérito que no poseo). Contribuí a prepararla y, sobre todo, de ella extraemos jugosos comentarios, pues con Morante siempre es interesante hablar de poesía y de creación. Es un tipo estupendo, gran lector, creador y conocedor de la poseía actual como pocos. Un fuerte abrazo, tío. Esto también me salva.

2 comentarios:

nada dijo...

holaa!!somos un grupo de jovenes que hemos tomado la iniciativa de crear un blog. Queriamos invitarte a que visites nuestro blog y disfrutes .

GRACIAS

LA HONDANADA

Antonio Gutiérrez Turrión dijo...

Gracias por la invitación y suerte.