Mal número, y próximo al martes. Pero la perspectiva anuncia que el fin está cercano. Ya solo un par de días más y esto que llaman campaña habrá terminado. ¿O en realidad habrá terminado todo ya depués de los debates? Parece que hay algunos que quieren alargar la carrera un poco más, como si le hubieran cogido el gustillo a esto de predicar y les gustara impartir doctrina. Sin duda se nota más en aquellos a los que las encuestas parece que le van mejor. De hecho siguen llenando polideportivos y plazas de toros, ahora que están comenzando las primeras ferias del año. Y es que, aunque aquí solo nos llegan los telegramas elegidos por los medios de comunicación, parece evidente que a unos se les ve más a gusto que a otros. Dicen los entendidos que apuran las últimas horas para pescar en caladeros más difíciles. Yo vuelvo a expresar mi opinión de que el pescado está ya todo vendido y que, por ejemplo, poco va a pillar Zapatero en el sector de los mayores ni Rajoy en el de los jóvenes.
Uno echa en falta aquellas campañas en las que la movilización era mucho mayor, aquellas semanas en las que se involucraba a tantas personas en la pegada de carteles, en la invitación a los actos, en el reparto de consignas, en... Y echa también en falta los espacios gratuitos en los que se presentaban corridas de todo pelaje y condición, partidos de todo el espectro y formaciones que defendían las ideas más peregrinas. Y allí todo el mundo aparecía por unos momentos en igualdad de condiciones. A mí era lo que más me gustaba de todo este teatro. Después sabías que todo iba a quedar reducido a tres o cuatro partidos, pero, por unos momentos, eras capaz de decir algo así como "si fuera cierto solo la mitad de lo que se dice ahí..."
Hay dos formaciones que han quedado claramente discriminadas en estas últimas jornadas electorales. La primera es IU, con implantación nacional, con historia bien definida y con trayectoria bien clara. En IU se refugian muchas personas desencantadas de los partidos más "realistas" y más alejados de la utopía. Sus diputados cuestan un ojo de la cara en votos y son la mejor muestra, en negativo, de la desigualdad aritmética y política que significa el recuento de votos. Bien se merecería que se cambiara la ley electoral para ajustar en alguna medida la representación real con el número de electores. El otro partido es UPyD, el partido llamado de Rosa Díez. No conozco otro caso en el que se haya prestado más atención a su fundadora que este. Algunas televisiones (TV Madrid es el mejor ejemplo) la han tenido como experta de todo hasta en la sopa. Hasta que se ha tenido que tomar la sopa, claro, porque, en cuanto ha llegado el momento decisivo, no le ofrecen ni agua. ¿Qué esperaba la susodicha, que iba a suceder como en los meses anteriores en los que vivía en algunas televisiones, periódicos y emisoras de radio? Savater ha sido para mí siempre un referente cultural y ético. Lo sigue siendo. Sus obras me interesan y me interrogan siempre. Pero él no está. Y lo de Díez es como bisexual, siempre contra su antiguo partido mientras le han dado facilidades para expresarse, y ahora en el olvido porque la olvidan todos. Le sigo teniendo mucho respeto porque se la ha jugado de verdad muchas veces frente al mundo del terrorismo, pero su actitud pública en los últimos meses no me convence del todo.
Y lo demás, partidos de entrenamiento, y jugadores de segunda división, aunque la configuración social y política de este país es la que es y hay que jugar en todos los campos.
Me parece que el último debate lo tenían que haber realizado un par de días antes de la fecha de las votaciones. Como esto se alargue unos días más, vamos a perder la conciencia de que andamos en elecciones y la tensión se va a haber diluido. Todo requiere su liturgia, y esto mucho más.
Y a todo esto, ¿qué habrá sido de los que fui en otros tiempos? ¿Y de los que pude ser y no fui? ¿Y de lo que soy ahora mismo? ¿Y de lo que espero ser mañana? ¿Y de lo que podría ser pero nunca voy a ser? Heráclito y Parménides me contemplan y me llaman. No sé con quién marcharme
miércoles, 5 de marzo de 2008
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