sábado, 1 de marzo de 2008

DIARIO DE CAMPAÑA 9


He asistido esta tarde al mitin de campaña del PSOE en Béjar. Hotel Colón lleno de gente, sociología variada pero con predominio de gente de clase baja. Sigo pensando que no hay más partidos políticos de que el de los ricos y el de los pobres. Bien sé que simplifico, pero no se me dirá que no soy claro. Creo además que abarco más porcentaje de verdad que de exageración. Como era lógico, nada nuevo que no se conociera. Los mítines no sirven para modificar votos sino para reforzarlos y para animar al personal. Siempre he clamado por que no se insulte a nadie en estas reuniones, e incluso por que no se mencione demasiado al contrario. Hoy he quedado bastante satisfecho en este sentido. Entre los intervinientes, diversos niveles y fluidez de palabra bien distinta. A alguno hay que darle un cursillo acelerado de intervención: vocalización, léxico, orden de ideas, silencios, vacilaciones... Otros andan más sueltos.
En Béjar -fácil es imaginárselo- se espera sobre todo la intervención de Caldera. Anda el hombre ya sobrado en estos ambientes. Pero yo le echo en cara una cosa: que no haga sus intervenciones más ideológicas. Tiene el terreno perfectamente abonado para hacerlo. Repite con frecuencia que él ha sido el ministro de las personas. Y yo creo que lo ha sido. ¿Por qué no recuerda en unos minutos sus actividades sociales (ley de igualdad, ley de dependencia, acuerdos con sindicatos y patronal...) y dedica el resto del tiempo a desarrollar ideología? Cada vez lo va haciendo más pero yo echo en falta que vibre un poco más con esto. ¿No es eso realmente la principal diferencia entre unas opciones políticas y otras? Cuando habla de emigración, por ejemplo, tiene toda la autovía limpia para dar doctrina acerca de los valores que conforman a la persona, para resaltar la necesidad de integración de personas con iguales obligaciones y con iguales deberes, y hasta para ejemplificar con personas presentes. Algo de eso ha hecho esta tarde, pero lo quiero más vibrante y más convencido. Por eso sí que merece la pena trabajar y echar horas, para eso sí que merece la pena ir a votar, ganar y gobernar. Y estoy seguro de que la gente lo entiende; al menos la gente de izquierdas. A las reacciones y a los aplausos me remito. Hay mucha gente convencida de que el ser humano es algo más que dinero y estadísticas, un poquito más que tantos por ciento y mucho más que la cesta de la compra. Y, si no la hubiera -que la hay, vaya que si la hay-, merecería la pena trabajar por que la hubiera. Eso sí que es ideología, y en ese nivel es en el que a mí me gustaría ver a los partidos.
Así que sumo una razón más para votar y para votar izquierdas. Y añadiré otra, menos importante y un poco más egoísta: quiero seguir teniendo en el Gobierno un ministro de esta ciudad estrecha en la que vivo, una persona valiosa que me ha demostrado su humanidad y una pizca de ideología. Ya era hora.

Y todo esto después de una mañana más en el campo, con temperatura primaveral y con la compañia de Manolo. Montemayor nos aguardaba y hasta allí que nos fuimos. El río nos ha acompañado y también lo han hecho los castaños en la umbría y los robles en la solana. En el Puente la Malena nos hemos cruzado con dos peregrinos que hacían el camino mozárabe hacia Santiago. Uno tenía más de setenta años y había llegado desde el norte de Italia (Turín) hasta Sevilla para echarse al camino desde allí; el otro era un gallego que andaba completando un circuito que le había llevado a caminar toda la geografía portuguesa y ahora abrochaba el círculo hacia el norte. Esto sí que es estar en el camino y tener el corazón henchido de ánimo. ¿De dónde proceden esos ánimos? Misterios. Acaso también ideología. Quién sabe.

1 comentario:

Er Schú dijo...

A ver, Antonio Gutiérrez Turrión, a que yo soy más amigo tuyo que ninguno. Díselo, díselo. Yo el que más. Me lo ajunto. Que pa eso le enseñé picardías e incluso alguna que otra cosa práctica y rentable. ¿Te acuerdas Antonio de cómo escaquearse legalmente de la mitad de la mili? ¿Te acuerdas de cómo obtener el segundo título universitario examinándose de siete asignaturas? ¿Te acuerdas de cómo se fabricaba una mesa de estudio? Sin duda, yo mucho más amigo. ¡Amicísimo! Pues no he presumido yo de amigo ante, no cientos, sino miles de alumnos de COU y de tercero. Pero si ya no me acuerdo de los años que hace que no les leo más poemas que los de mi amigo Antonio. Y siempre concluyo el comentario de textos diciendo. “ Pues éste poeta, ahí donde lo veis, es uno de mis mejores amigos”. Otra cosa. ¿Qué era? ¡Ah, sí! Mira que insinuar que le tengo pelín de odio a Teo… ¡Pobrín! Pero si es mi nieto… leche. O al menos, es lo que nos enseñaban Bustos y Pensado en clases de etimologías. Claro que, como éramos un poco burrines, igual confundimos el griego “Xenos-Xenou” “Phóbos-Phobou” con “Borde es tártaro” A ver Sinda, tú que eras la experta, sácanos de dudas.
Ah, y una anécdota. Hoy venía yo en el coche con otro buen amigo, que ha pasado unos días de vacaciones en mi casa con su mujer e hijo, socialista por cierto, y de Salamanca, pero socialista de los de verdad, de los de me cago en el viril y los santos sacramentos; y durante larga conversación, me estaba ya casi convenciendo de que votara a Zapatero. En ese momento al dejar la autovía y entrar en el pueblo nos sorprendió un cartel publicitario que ponía: “Motivos para creer” y una foto del Presidente de España. Ahí ya, con todo el cariño del mundo, le dije: “No creo en la mía, que es la verdadera, y además estoy bautizado en ella, y con sus ritos me casé, ¿voy a ponerme ahora a creer en la de Zapatero?” Po ezo. Agur. Adéu. Adeus. Adiós. Abrazos.