Sí, sí, yo también sé que el premio nobel de literatura de este año ha recaído en el peruano-español Mario Vargas Llosa. ¿Cómo no lo voy a saber? Y es también verdad que he leído muchas de sus obras con deleite y que lo considero un novelista mayor. Pero ya está, que tiene muchos palmeros y yo no soy capaz de separar al escritor de la persona. Bueno, pues eso.
Sí quiero dejar dos palabras acerca del premio nacional de narrativa, que ha ido para la obra “Anatomía de un instante”, de Javier Cercas. No sé por qué tengo incluso conciencia de haber dicho algo de ella cuando la leí.
Por si acaso, quiero dejar aquí estas palabras de admiración para esta obra, mitad crónica, mitad novela, que dibuja, para mí como ninguna otra, lo sucedido en España aquel desgraciado 23-F. Concentra la atención en tres personajes: el rey, Carrillo y Adolfo Suárez, tres héroes, o antihéroes, que, como dice el propio autor, venían en retirada desde posiciones bien distintas y que fueron capaces de urdir la trama de la incipiente y joven democracia española.
Carrillo venía nada menos que del eurocomunismo, el rey de la designación del dictador y Adolfo Suárez de los principios del Movimiento. Casi nada, si encima los juntamos a los tres y los situamos en el epicentro del intento del golpe de Estado de aquellos patanes con tricornio.
Yo leí la novela con fruición, me pareció muy por encima de lo que se ve casi siempre en las páginas de otras obras. El título de la novela recoge en cuatro palabras lo que realmente es cualquier obra literaria -si es poesía aún más-: conseguir alargar un instante hasta convertirlo en una vida nueva, con sus tiempos, con sus personajes y con sus espacios individualizados.
Javier Cercas no anda cerca del premio Nobel pero ha dejado ya obras dignas de todo elogio. Por si sirve de algo, la recomiendo para estas tardes del otoño, cerca de los cristales y viendo llover.
Hoy mismo voy a asistir a la presentación de dos libros (uno es texto y obra escultórica) en Béjar. Qué bueno que en esta ciudad estrecha se produzcan estos hechos. No son ni Vargas Llosa ni Javier Cercas pero tendrán otros valores. Los tópicos nos siguen haciendo vivir admirados de lo que tampoco es el séptimo cielo, mientras que dejamos correr en la calle de la indiferencia lo que tenemos a nuestro lado. Pero así son las cosas.
sábado, 9 de octubre de 2010
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