lunes, 25 de octubre de 2010

OTOÑO EN BÉJAR

OTOÑO EN BÉJAR
Está el otoño con vestido largo,
con un aire de fiesta que indica despedida,
con un balanceo rítmico a la altura del aire,
donde bailan las hojas con dulce decadencia.
Hay como una conciencia limpia y una luz muy clara
en cada espino del zarzal dormido.

Aquel grito gozoso
de semen vegetal que daba espumas
en las auroras de la primavera
se ha refugiado en grises fuertes y dorados,
en fuegos mutilados
por el hermoso sol de las laderas.

Hay un susto en las copas de los pinos,
como en protesta por quedarse solas,
por decir adiós a todo el manto
que se deja vencer y se desploma
hacia la eterna soledad del suelo
y un zureo de palomas
y un revuelo de lunas en el cielo,
y hay en el aire un trino
que salmodia una queja
regada con las lágrimas
que los árboles vierten de sus venas.

Dejadme entre castaños y entre pinos,
con el rumor del aire,
con el rumor suave que ordena los paseos
cuando la tarde acoge las pisadas
de los que van sin rumbo definido.

Me perderé en el bosque,
buscaré las estancias vacías de las grutas,
suplicaré el silencio del silencio
y el tiempo y el espacio caerán en el olvido.

Qué locura de otoño,
qué muerte entre las muertes,
qué dulce desnudez
para volver de nuevo a la estación del frío.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

¡Cómo inspira el Otoño!..¿verdad?.