DE CURSO NATURAL
Prolifera lo inútil y lo zafio
cuando se llega el tiempo de aricar
la huerta y de abonar
las tierras en barbecho del viejo labrantío.
parece que el invierno cristaliza
las luces naturales, las semillas
rezagadas en medio de los surcos
y olvidadas por cualquier vendaval.
Los primitivos rayos de la alta primavera
se encargan de dar vida y cuerpo alegre
a todo lo que andaba sumergido
en leyes de exigencia natural,
aislado del estiércol y apartado
de toda ínfima mano
que injerta los productos naturales.
Si tú vas a buscar la primavera,
que vuelvas del mercado con la canasta al hombro,
con las manos tan blancas como el espacio limpio
que ocupa la simiente.
Invade los jardines y las tierras
para vivir con ellos. Con tus manos
desnúdate en el surco y pon tu cuerpo
a calentar su piel en medio de la mies.
Otros productos nuevos verán luz más diáfana,
como tu vida misma resuelta en el azar.
martes, 5 de octubre de 2010
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