martes, 31 de agosto de 2010

FELICIDADES, MADRE

Hoy también ha de ser un día para ella y un poquito con ella.

Finaliza el mes, el límite impreciso del verano con los primeros asomos del otoño. Para mí, finales de agosto, “que no linda / con ningún otro mes del calendario”, ha sido siempre el de mi cumpleaños y el del santo de mi madre. Y mi madre sigue estando por aquí, por donde yo ando, por donde circulan mis recuerdos, por donde van mis pasos y se asientan mi mente y mi álbum de fotos.

En el libro-álbum que me regalaron el día de mi cumpleaños, figuraba una foto de mi madre, con su carita tierna y ya muy triste, en sus últimas fechas, con la mirada perdida en su horizonte, con su cabecita mirando un poco al suelo, como sintiendo cuánto le pesaba ya la vida. En cuanto la vi se me paralizó la vista y se me encogió el corazón. Agradecí y agradezco que, a pesar de la premura, incluyeran una foto suya.

Yo tengo muchas fotos en mi mente y no emerge ninguna negativa. Mi madre fue producto, como todos nosotros, de un tiempo y de una historia; demasiado tuvo con luchar por la supervivencia de tantísimos hijos. En ese contexto es en el que yo repaso la vida de mi madre.

Pero en toda la segunda parte de su vida (falleció con 93 años) yo estuve muy cerca de su diario. Casi todos los días durante treinta años pasaba un ratito a su lado. Y dieron para mucho, para mucho. Mi madre era muy lista y me contaba cosas que guardo como máximas y que quiero cumplir en mi vida.

Hoy la recuerdo otra vez guapa y pequeñita, abrazándola mucho y queriéndola más. Se nos fue una tarde de abril, con las primeras flores. Cada 31 de agosto celebraba su santo. Y yo siempre con ella. Hoy no puede ser menos, pues tengo que ir a verla, a su casita eterna, y decirle de nuevo que su santo es mi santo y su recuerdo mi recuerdo. Y brindaré con ella y le daré mil besos en la piedra que la custodia. Porque un día descubrí que “el tiempo se ha quedado dormido entre sus brazos”.

Mi hermana pequeña lleva su mismo nombre. Espero que lo luzca con honor y con bonhomía. Ella me ayudará también en el recuerdo siempre. Felicidades, madre.

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