miércoles, 4 de agosto de 2010

HAKUNA MATATA

Segundo día de cine en la Semana de Cine Español. Corto: “Lala”. Largo: “Ellas son África”.

El asunto de la mujer en el continente negro ya se ha tratado en estas semanas, y además con el mismo formato de documental. Cuatro cortos sumados y agrupados bajo este parámetro.

Cuando veo reportajes o películas rodadas en África, enseguida me pierdo en las imágenes, en el color hermoso de sus mujeres y en los paisajes de colores fuertes, y me olvido de otros elementos que componen una buena o mala obra de arte. Como, además, el formato de documental se supone que quiere que atendamos más al contenido, pues a él que me lanzo sin resistencia.

A estas alturas, no creo que haya que gastar demasiados esfuerzos en discutir si la situación de la mujer en ese continente es buena o mala. Su mala posición se da por conocida y únicamente interesa resaltarla para que resulte más evidente. Lo que tiene que seguir llamando la atención es el análisis de las causas que lo permiten, primero para que sean descritas claramente y después para que sean corregidas.

Los cuatro cortos hacían hincapié en la necesidad que tienen las mujeres africanas de tomar iniciativas y de que las dejen hacer y tener protagonismo: el asunto del género estaba muy presente. Los comentarios incidían en ese asunto de los diversos mundos, en si las ayudas llegan o no llegan, en la labor de las ONGs…

Algunas verdades son estas: El continente, en general, es rico en materias primas; las mujeres no son ahora más emprendedoras que en tiempos anteriores, la situación climática no es diferente, el mercado sigue tan predador como de costumbre… ¿Qué ocurre, entonces, para que esta situación de desigualdad se siga manteniendo?

Apunté, para reflexión, una variable que me parece fundamental y que, al menos, es anterior a todas las que se propusieron en el coloquio y que se suelen presentar como explicación: La influencia de la religión.

Las religiones monoteístas no ensalzan precisamente a la mujer; hasta donde llego, el Islam lo hace aún menos; en muchos de estos países esta religión es exclusiva; para más inri, la religión supervisa cualquier actividad civil y la razón se subordina a cualquier contradicción con la religión; la religión es un aliado fundamental para conservar las estructuras como están y para no introducir cambios en los que los poderosos pueden perder privilegios; todo esto se ha ido inoculando a lo largo de los siglos hasta constituir casi un estado genético que no es fácil de modificar ni de romper, casi ni de que eche a andar… Todo ello configura un caldo de cultivo muy bien abonado para que otras fuerzas se instalen en esta superestructura.

No existen ni causalidades aisladas ni resultados únicos. Simplemente se destaca este elemento para que no se olvide su importancia ni la necesidad de atacarlo como base para que la torre se mueva en efecto dominó.

Por eso siguen resultando tan importantes las intervenciones en ayudas inmediatas, pero terminan siendo mucho más importantes y duraderas las inversiones en democracia y en sistemas de convivencia social justos y equitativos: educación y sanidad sobre todo. Si no, corremos el peligro de que aquellos que se “salven” en las ayudas particulares se conviertan en explotadores de sus vecinos y no habríamos conseguido, así, más que trasladar la injusticia de lugar.

Todo ello sin dejar de admirar los impulsos y los trabajos personales de tantas personas admirables, a las que, por cierto, les recuerdo que las desigualdades se dan también a la vuelta de la esquina.

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