CONTEMPLANDO UNA MAÑANA DE VERANO
Es una espera densa,
como la del que sabe que ha de llegar la hermosa
ceguera de la luz concupiscente
y prepara con mimo su aposento,
aligera de ropa la ventana
y se tiende a esperar su advenimiento.
El tiempo ahora no es tiempo, es certidumbre,
seguridad del paso de la luz,
aquiescencia y presteza, renovada
mañana de abrazos y consagraciones.
Las hojas visten luz y luz abrazan,
las aguas se despiertan
a la cuantiosa luz de la mañana,
la ladera ya canta desde sus verdes tibios.
Yo soy intruso aquí, o acaso estoy
rendido ante las fuerzas de la vida,
deseando un despiste de la naturaleza
y un tierno acogimiento junto a su luz
que resucita todo lo que encuentra.
Mi egoísmo no puede
ver cómo se derrota tanto cielo
sin pedir un manjar de esta alta bóveda.
lunes, 23 de agosto de 2010
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