miércoles, 1 de septiembre de 2010

I´M RETIRED

Mes de setiembre. Es mi primer día de jubilado. Hasta hoy, cuando alguien me preguntaba, siempre respondía que con calma, que estaba de vacaciones. Hoy ya no puedo decir lo mismo: es mi primer día en el mundo de la jubilación.

Tenía pensadas varias actividades pero en realidad, hasta este momento, cinco de la tarde, no he cumplido ninguna. El día me ha pillado echando pies por los Pinos de Béjar, por el camino extraordinario que desde el pinar lleva a Candelario (creo que la gente realmente no sabe cuántos tesoros encierran estos parajes), por la senda que baja hasta el río, en el sitio de la Central de la Abeja, por la ruta de Llano Alto, por el cordel del Arca Madre… Y todo bajo el olor, hoy intensísimo, del campo, del que fluye y asciende, tras las tormentas de la noche y el tormentón extraordinario que nos ha pillado, que nos ha mojado y que nos ha ungido en pleno campo. La naturaleza estaba exhausta después de más de dos meses sin gota sobre ella, pero el cielo ha sido generoso y la ha regado bien. Por eso el olor a humedad, el olor a canela donde no se cría, el olor a mojado donde había diluviado, los regatos arrastrando las espumas y los restos de estos meses…, y el color de las hojas. Qué color. Parecía que hubieran revivido, que se hubieran bañado durante todo un día, que se hubieran mudado de ropajes. Qué alegría de lluvia, que gozo de mojada, que placer de tormenta bañándome todo el cuerpo.

Todo esto hasta media mañana. Después -¡el primer día de jubilado!-, bajé hasta el Instituto. Había prometido revisar los exámenes de los que habían sido alumnos míos porque parece lo más honrado, aunque ya no me corresponda calificar. Y a ello he dedicado el resto de la mañana. Con resultados desiguales, a pesar de todos los empeños; pero de eso prefiero no hablar.

Todavía, al salir, un grupo de alumnos vino espontáneamente a saludarme y a preguntarme por mi verano y por mis proyectos. Creo que conozco bien a los jóvenes y los vi muy espontáneos y amistosos. Pasé unos minutos con ellos, ante la mirada sorprendida de un par de profesores.

Con un pequeño cargamento de libros que compré en la imprenta, me volví a casa. Llamé corriendo a Ávila pues para Sara era curiosamente su primer día en contacto con el mundo de la organización social: era su primer día de guardería. Ella es mi nieta-bebé que empieza el camino exactamente el día que yo lo termino. Tengo, si me lo permite, que darle muchos consejos. Serán muchos equivocados pero estarán henchidos de cariño. Tengo muchas cosas que contarle. Me gustaría hacerlo por escrito y en forma organizada. Y debería haber empezado hoy. Tal vez aún tenga tiempo.

Comí y dormí feliz un rato de siesta. La lluvia seguía hace un rato bajando en desbandada. El suelo la acoge con cariño y con satisfacción. Yo la miro y le pido que se quede con nosotros. Aunque yo no haga casi nada de lo que tenía previsto para este primer día de retired.

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