lunes, 1 de febrero de 2010

NO PIDO NADA MÁS

El fin de semana me llevó de nuevo junto a Sara y con ella pasé unas horas deliciosas. Ella es la ternura y la inocencia personificadas, con ella me reconforto y en ella me olvido de todo lo demás. La veo crecer y asentarse en su físico, ponerse recta y mantenerse, estirar sus bracitos y empezar a seleccionar miradas y objetos, indagar con la mirada hasta notarse más fuerte y luego abandonarse a los brazos y a la sonrisa del que se siente más seguro y confiado, y dejarse achuchar indefensa y como resignada a que todas las balas se derritan en forma de besos en su carita de tez limpísima. Con ella, con sus padres, con Nena, con Juan Pablo. No quiero más, no me apetece nada más, no pido nada más. Cuando me vuelvo me quedo un poco alicaído y con la sensación vacía de qué pasaría si me quitaran esta satisfacción. Es entonces cuando más me aseguro de que solo quiero querer y que me quieran. Nada de lo demás, si es que hay alguna otra cosa, merece la pena. Y sé también lo que conviene no dar por definitivo nada porque cualquier día puede fallar y entonces el dolor sería muy grande. Pero mientras tanto me quedo con esos ratos de satisfacción tan redonda.

Y fue salir de allí y toparme de frente con la muerte. En Salamanca me aguardaba la presencia de mi familia más ancha: había fallecido mi tío Ángel. Es verdad que llegó a centenario y eso es mucho más que la media, pero el efecto es casi el mismo; y la sensación de que todo sigue y de que esa experiencia uno la ve cada día más cercana late con fuerza.

Para rematar la secuencia, esta misma tarde he tenido que aguantar el tipo ante una persona cuyo hijo de cuatro años está pasando un trago de salud muy dificultoso. Allí estaba el buen hombre desahogándose y echando fuera alguno de sus sentimientos, con la moral en los suelos y hasta con un bajón físico muy notable. Como yo me vengo abajo enseguida, tuve que poner cara de serenidad y hacerme el fuerte sin fuerzas. Precisamente ante un padre en esas circunstancias. Qué debilón soy; mis emociones andan siempre a flor de piel y me juegan malas pasadas. Mi abrazo para todos desde esta sensación de flojera que enseguida me habita y mi petición de perdón para aquellos que, mucho más en primera persona, sufren estos bajonazos de la vida y de la muerte.

A ver si vamos abriendo la página de febrero con un poco más de espacio de esperanza, con algo más de luz y de calor y con un ánimo algo más levantado. Que la vida se aprieta y anda ya como con ganas de salir al camino y de desparramarse por el mundo.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Tienes razón Antonio, y para comenzar este febrerillo loco con ánimo, ya sabes que estas invitado junto con Nena a la inauguración de "No te Salves" el dia 6.Os esperamos.