jueves, 18 de febrero de 2010

COMO SIN SABER HACIA DÓNDE CAMINAR

La momia de Tutankamón se ha trasladado de lugar y ahora se expone en una vitrina suficientemente custodiada y a salvo del desgaste del frío, del calor, del polvo, de las radiaciones y acaso de las malas intenciones de algún guardián del museo. Ojo, parece que tiene mejores bases científicas la hipótesis de que murió a causa de la caída de un carro y no de malaria ni asesinado. Un poco menos claro parece eso de las relaciones amorosas con algunos miembros de su familia, pero todo se andará y terminarán descubriéndose los últimos detalles.

Se inaugura la feria de arte contemporáneo ARCO. Parece que el negocio va a buen ritmo y hay estatuas que se han vendido por más de cincuenta mil euros; algunos cuadros, formados por cuadrados y por alguna otra figura geométrica sencilla apunta a los centenares de miles de euros; los nombres más representativos siempre tienen su obra con venta asegurada: es identificar el nombre y comenzar la puja; y, si hubiera alguna dificultad, se baja el precio a la mitad que, al fin y al cabo, ninguna relación hay entre el esfuerzo necesario en tiempo y esfuerzo y el precio del producto.

El historiador romano Apiano nos cuenta, en su Historia de Roma sobre Iberia, los avatares de las legiones romanas en Hispania. Ahí podemos ver miles y miles de soldados ganándose el pan a base de espadazos y de saqueos a los habitantes de sus diversas regiones. Cuando aparecen personajes nativos que les hacen frente, como es el caso de Viriato, tampoco se paran en medios con tal de saquear e imponer su voluntad en cualquier ciudad o comarca. Estos historiadores, por cierto, suman miles de soldados a las legiones, a los ejércitos de los pueblos hispanos o a las matanzas, casi como si lo tuvieran que hacer el señor Lanzarote o los periódicos provinciales para las manifestaciones sobre el Archivo en Salamanca o los visitantes a la Covatilla en Béjar: no da uno abasto a contar miles y miles. Total para que todo al final fuera miedo y precauciones: Viriato dicen que dormía vestido, y sus más fieles: Audax, Ditalcón y Minuro, se lo llevaron por delante colgados de unas promesas de Cepión.

Podría poner otros mil ejemplos para convencerme de la desigualdad que existe entre las preocupaciones más acuciantes y los esfuerzos aparentemente -y acaso realmente- más inocuos y estériles. ¿Realmente anda el personal ocupado en la momia del faraón egipcio de hace tres mil años? ¿Y por la feria de ARCO? Pues anda que por Viriato y sus amigos…

Pues este menda le ha echado unos ratos a esto de Viriato y de sus correrías por estos pagos, hace nada menos que dos mil años. Y la verdad es que me siento un poco culpable y tonto.

Pero me interesa preguntarme por qué hago esto y no dedico todos mis esfuerzos a darle otro sesgo a la sociedad en la que vivo y al proceso de deterioro -aunque convendría no predicar el apocalipsis- en el que andamos metidos. Y, aunque pueda parecer una tontería, no sé cómo se puede articular esa actividad. ¿Qué coños puedo yo hacer para ello? El primer impedimento es que no creo en el sistema y todo me parece que es un intento vano de apuntalar lo que ha fracasado, una cosa que no tiene justificación moral y que, llevado a la exageración -en el fondo es lo que se ha producido, que vivimos en un mundo absolutamente virtual-, es incontrolable y propio de un mundo de locos.

No me gustaría hundirme en la miseria pensando que existen acciones individuales que sí dependen de mí y que no realizo. Tampoco me gustaría que nadie me tapara la boca con afirmaciones que sigo sin estar en disposición anímica de responder, al menos por ahora. En realidad, miro y alguna me sale; incluso, en forma comparativa, alguna más que las listas que se publican. Pero sigo viéndome impotente, como espectador casi mudo que ve correr el río sin poder nadar ni hacer compuerta para detener el agua.

Sirvan estas palabras de hoy para desahogarme y para reconocerme en una sociedad que me da miedo, que me supera en todas las dimensiones, que presenta una escala de valores en la que no me encuentro, que dedica esfuerzos a asuntos aparentemente inútiles y escasas intenciones a asuntos que afectan a toda la población, que sigue interesada por el dinero y solo por el dinero, ni siquiera por lo que el dinero pudiera representar.

¿Quién está dispuesto a defender el principio de relación entre el esfuerzo en tiempo y el resultado y la recompensa según este parámetro? Sospecho que casi nadie, ni siquiera los que le echan al trabajo diario doce o catorce horas, coño. ¿Alguien quiere que lo apliquemos a todo lo que se expone en ARCO, por ejemplo? ¿Y a la manera en que se han construido las grandes fortunas? Se nos caerían del pedestal muchos genios y geniecillos, y acaso los peones del ladrillo ascenderían demasiado en la escala. Uffffffffffffffffffffff.

3 comentarios:

sociedaddediletantes.blogspot.com.es dijo...

Hola, Antonio: he cogido parte de tu texto (indicando tu autoría y blog) para una entrada de mi blog:
http://sociedaddediletantes.blogspot.com/2010/02/y-esto-es-lo-que-hay.html

Si no te parece bien, ruego me lo digas para borarla cuanto antes

mojadopapel dijo...

Dá para mucho esta reflexión que haces hoy....no es lo mismo trabajar para comer, que sentir el aprovechamiento de nuestro tiempo en favor de un bien social y no solo en beneficio propio.

Haideé Iglesias dijo...

Pues si que tenías el día negativo, si.
Me ha hablado de ti Manolo y he venido a mirar y leer... todavía es pronto para decir que me parece tu espacio... seguiré leyendo y mirando...

Compartiendo en el mundo en armonía :)