miércoles, 1 de abril de 2009

ESCRIBIR SIN ESCRIBIR VI

Tal vez ninguna gradación descendente tan espectacular en la literatura española como el final del soneto de la entrada de ayer: “en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.” Qué barbaridad. Qué contraste con todas las demás imágenes del soneto referidas a la primavera humana.

“En tierra”. Así, de golpe, como si no hubiera ninguna otra posibilidad intermedia. Tal vez la influencia religiosa “pulvis eris…” no ande muy lejos de la imagen elegida. Este “humo” no tiene ninguna pinta de ser el humo indicio del fuego sino tal vez de nuevo el humus como materia natural. O sea, que vendríamos a repetir de nuevo la imagen de la tierra como destino final del ser humano y de la primavera final. “Polvo” es la tierra derrotada, ni siquiera compacta, solo desdibujada, rota, seca y estéril, peor aun que el humus o la tierra, pues estas al menos pueden ser de nuevo semilla y albergar una nueva primavera en su seno. La “sombra” se evapora aun más y nos lleva a la noche, a la falta de luz, al recuerdo continuo de lo que fue vida y primavera, de lo que fue sol y fue semilla. No se llevan la sombra y el fruto para nada. Y como desintegración final la “nada”, la ausencia de toda referencia, la desnudez total, el imposible retorno, la falta de cualquier dimensión, las medidas rotas, el tiempo y el espacio en abandono. Todo es nada, la falta de existencia, la nulidad total.

Solo queda el silencio y el olvido. Y no quiero alejarme de la vida, del atisbo de vida, de la irrupción que apunta hacia la vida desde la primavera. No quiero situarme tan lejos, allí, “donde habite el olvido”.

Hoy he visto este verso en efigie, sostenido en unos gramos de carne, aferrados a la vida con unas fuerzas ínfimas. En la calle era primavera. No sé si tendrá paso franco hacia los interiores.

1 comentario:

antonio dijo...

En unos gramos de carne, vida aún, aunque otoñal. Carne, que fue primavera esplendorosa un día y el punto de arranque de otras primaveras hechas vida. “El grano, por ser espiga, muere en la tierra”. Acaso aquí se cumpla, a la inversa, el ciclo del final del soneto: nada..., sombra..., polvo..., humo..., tierra.... y LUZ encendida en cada uno de sus descendientes. Un abrazo fuerte, amigo.