domingo, 19 de abril de 2009

EL SOL TAMBIÉN LLORABA

También en este momento el sol se está suicidando en el horizonte, se queda menos denso, se anega entre los cielos. Me había acostumbrado a mirar y mirar el horizonte en aquellos pasillos tan largos de Salamanca, dando besos y escuchando de fondo los susurros sin calma y sin sentido, viendo venir con calma, pero cada día más cerca, las garras de la noche y de la nada.

Hoy tengo todo el tiempo para tomar conciencia de que el sol sigue su ritmo indolente y sin causa. Yo creo que no lo miro de la misma manera. Todo sigue vacío. Pero sigue. Y yo sigo con ello y con su ausencia. Tengo que mirar alto, serenarme en los ritmos, dar paso a las razones y a las causas, buscar las consecuencias. Lo voy a hacer, seguro.

Mientras tanto voy dándome empujones y buscando mis ritmos. El viernes acudí al cine. ¡Hacía tanto tiempo que no iba! Un deseo repentino nos puso en la puerta del cine Béjar. Íbamos a ver la nueva película de Almodóvar: “Abrazos rotos”. Llegamos con el tiempo justo para sacar entradas y sentarnos. Pero todo fue llegar y calmarse los ánimos. La taquilla estaba cerrada. En la puerta estaba plantado Félix con cara de circunstancias. Pedimos nuestras entradas y nos respondió que no se proyectaba la película. Preguntamos la causa y la respuesta literal fue la siguiente: “No ha venido nadie a verla, sois los primeros que acudís, y con menos de cinco espectadores no proyectamos”. Nos quedamos de piedra pues pensábamos que, por mil razones, el cine estaría lleno o algo parecido. Cuando ya desistíamos del intento, apareció una joven pareja que quería también ver la película. Félix se compadeció y nos dejó pasar. Vimos la película las cuatro personas y Félix que se sentó con su mujer. Seis espectadores; menos que en muchas casas. Marifeli echaba la culpa a las descargas de internet y confiaba en que la nueva ministra arreglaría un poco la situación.

Hasta aquí la descripción de los hechos.

Se me revelan muchas preguntas. Y también se me rebelan. Alguna vez he anotado que por esta ciudad estrecha apenas traen estrenos de películas españolas y siempre llenan las carteleras con las de serie be americanas, con sus esquemas simplones, con sus propagandas de la tontería, con sus escenas repetidas y para tontos. Pero, ¿y esto del viernes? No soy ningún forofo fanático de Almodóvar, pero creo que es un director cuyo trabajo se nota en el guión y en la dirección; incluso en esta película tal vez demasiado, según mi parecer. Es un gran mérito. Además, hay una trayectoria que, en circunstancias normales, atraería a mucha gente. ¿Qué pasa con el cine de la gran pantalla? ¡Ni una persona! ¡Era viernes por la noche y ningún otro acontecimiento se solapaba con este en la ciudad estrecha! ¿Será la crisis? No se me alcanza. ¿No tendrá marcha atrás esto del cine de autor? No entiendo nada. ¿Ando yo también en esto tan fuera de lugar?

Menos mal que la mañana del sábado me llevó de nuevo al valle del Sangusín y a sus praderas. Y allí charlé con Manolo y con Maica sobre las diferencias entre el arte y la ciencia, sobre el canon, sobre las modas, sobre el compromiso social de los intelectuales… Arreglamos el mundo en un buen rato.

Y la tarde, entre nubes y lluvia, me bajó hasta Plasencia, a abrazar a nuestros amigos Mercedes y Antonio, tan cerca siempre, aunque tan lejos. Cómo les agradezco su cercanía y sus ánimos. Son nuestros amigos. Y son de los de verdad. Y de nuevo, a la vera del Jerte y por las estrechas calles de la ciudad, dimos rienda a la charla y a compartir nuestras cosas. La vuelta nos condujo satisfechos hasta estas sierras blancas a finales de abril.

Hoy ha sido un día diferente. Se ha suicidado el sol en el confín del horizonte. Yo lo he visto con otros ojos diferentes. Estaba desubicado, como rumiando a solas otros sitios. El sol también lloraba.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

El sol es sabio, nos manda señales para que le acompañemos en su ocaso, da las sombras para inducirnos al sueño reparador, silencia a los pajaros del parque y el monte dando descanso al oido, ambienta el paisaje para realizar un sueño romantico y tambien para llorar, nos prepara para la paz del alma, y también para acogernos y refugiarnos en el seno de la noche.