martes, 28 de abril de 2009

DEL CERDO, HASTA LAS TRIPAS

Si uno echa la vista atrás y se desembaraza de lo más particular, puede observar que se alzan en la Historia unos hitos que no han hecho otra cosa que empequeñecer al ser humano y situarlo cada día un poco más en unos parámetros temblorosos y de andar por casa. Acaso, sin embargo, no haya sido algo malo del todo.

¿Cuáles han sido esos hitos? De la época moderna me quedaría con tres. El primero tuvo que ver con el sentido común que le pusieron Galileo, Copérnico y otros para hacernos entender, aunque fuera a palo limpio, o mejor a hoguera quemada, que era el sol el centro y no la tierra, ese pequeño planeta que habitamos los seres humanos. Enseguida nos vimos situados no en el centro sino en los arrabales y a merced del astro rey. El segundo la planteó Darwin cuando, también desde el sentido común y desde la razón, nos volvió a dar una patada en el trasero para ponernos en la cadena de sucesiones y de evoluciones. Ay de nosotros, descendientes y creados por un ser omnipotente, y además “a su imagen y semejanza”, ahora otros entre muchos, consecuencia de un azar y causa de vete a saber qué en el futuro. Porque al menos ahora nos consideramos la cúspide de la cadena, pero ¿y en el futuro? El tercero nos lo colocó delante de nuestras narices Freud al destripar nuestra conciencia y dejarla al descubierto, con demasiadas costuras y con menos honor del que quisiéramos.

Vaya una carrerita que llevamos. ¿Quién nos puso tan altos que ahora no parece que nos quede otro camino que el del descenso y el de la pérdida de categoría?
Pensaba esto esta tarde, cuando me seguían llegando noticias de ese virus letal que tiene su origen nada menos que en el cerdo. Anda que no tiene esto connotaciones negativas. Lo que nos faltaba. Un microbio ínfimo que se ríe de nosotros como si la vida en sus orígenes nos quisiera recordar que todo se renueva y que acaso los elementos que la componen siguen ahí haciéndose fuertes y marcándonos el paso a nosotros, superhombres y sacapechos. Mira tú por dónde, parece más real asegurar no que hemos caído del cielo sino que hemos brotado del suelo.

¿No es esto más humano? Al menos parece más real. Y más analizable. Y más universal. Y más igualador. Y más democrático. Y más comprensivo.

Sigo queriendo creer que, a pesar de todo, hay algo en el ser humano que lo dignifica hasta subirlo a la cúspide de la pirámide. Pero empezar desde la base, con los pies en el suelo, es sin duda más noble y más humano. Buscaré esos distingos y me sentiré complacido. Pero lo haré con calma y sin mostrarme altivo. Y mucho menos, imbécil y esotérico. Vale.

2 comentarios:

Adu dijo...

Yo creo que lo que nos diferencia de los (otros) animales es una cuestión de cantidad y no de calidad. No tenemos alma (emociones) sino "más" alma, no somos superiores sino distintos, no hemos creado una cultura sino "nuestra" cultura... me faltan cursivas para poder expresarme bien. Puede haber formas de comunicarse, o de ver, que nosotros no percibimos (por ejemplo, los delfines se "hablan" por ultrasonidos). Y no digamos si entramos en el terreno de la relatividad espacio-temporal que anunció Einstein, entonces ya... socorro, me pierdo.
Disculpas por esta intromisión: demasiado tentador lo de hoy.
BBD.

altairbejar dijo...

Lo que me parecería de chiste si la cosa no fuera tan seria es con lo que nos ha salido la UE de llamarlo "nueva gripe". ¿Qué razón dan? Ninguna, como siempre. ¿O sea que la gripe aviar ya es vieja?¿No existía antes la gripe porcina? En fin... todo sea por mantener al personal entretenido en las nuevas formas de llamar a las cosas cuando ya tienen un nombre, deporte nacional últimamente, mientras intentan parar una posible pandemia.

Lo siento yo también pero el tema es, como dice Adu, demasiado tentador para poder decir algunas cosas claras.