martes, 21 de abril de 2009

FORTALEZA MENTAL, NO DE LA OTRA

Qué perspectiva hermosa la de estos martes de primavera. Por fin miro y descubro que el sol se hace ya dueño de todo el panorama, que hoy ha de hacer calor, ese calorcillo tibio que me gusta y me pone distancia con la ropa. La sierra se desnuda deprisa de su capa de nieve. Dicen que aún falta una nevada según las predicciones de la luna de octubre. No tiene mucha pinta, pero el tiempo dirá lo que le plazca.
Me levanto tranquilo y sosegado pero con foto fija de otros días. Ahora ya esa foto se me va trasladando hasta ahí enfrente de mi misma terraza. Solo unos edificios, una carretera y ese río de ahí abajo me separan de ella, como hasta hora de él. Sé que cuando el sol me calienta también calienta para ella, que cuando el aire suena me suena a su distancia, que llueve para ella y para mí, que los dos nos miramos en silencio. Mas tengo que seguir y mirar a otras partes.

Echo la vista afuera -me acompaña su ausencia- y observo con tristeza algunas cosas que quisiera distintas. Se suena, se resuena y se proclama que la banda ETA cada día está más débil, que caen sus direcciones y comandos, que el final se vislumbra, que por fin hay fumata con colores más claros. Menos lobos, hermanos, no matemos al oso sin salir a buscarlo. Todo el mundo desea -pongamos casi todo, que hay de todo en el mundo- ese final buscado, pero vamos a ver de qué manera.

Cuando hay una disputa y el final está cerca, casi siempre el que lleva la mejor parte se envalentona y da a conocer a todos su victoria. Tanto le importa esa victoria ante su adversario o enemigo como el hecho de que los demás se enteren de que la ha conseguido. ¡Si pasa con bobadas como el fútbol! ¿Cómo no ha de ocurrir con aquello en lo que nos va la vida?

Casi todos los medios andan locos por cantar alharacas que den por tierra y que humillen a los de ese mundo del terror. Hay como una competición a campo abierto para llegar más lejos en llamarlos de todo y en hacer bien visible que aquí hay un vencedor y un humillado. Son, como pasa siempre, los medios de la derecha política, esos que compitieron no hace mucho en arrimar el hombro y en proclamar a los cuatro vientos que sus ayudas habían sido las mayores para que el PP se alzara con el triunfo en las elecciones de Galicia. ¡Y lo editorializaban sin ningún pudor! No me extraña nada porque son sus creencias y es su forma de vida. Por eso, coño, yo no las comparto en absoluto. Otra vez vencedores y vencidos, de nuevo los buenos y los malos, como siempre el apabullamiento.

No hay que hacer nunca demasiada leña del árbol caído. En este caso porque desgraciadamente nadie puede asegurar que haya caído y porque el acogimiento, la piedad y hasta el perdón tienen que ser el marchamo del ser humano.

Tengo para mí que, una vez más, el ministro Rubalcaba es el que mejor sabe nadar y guardar la ropa en este asunto. Desde su puesto le corresponde proclamar la fortaleza del Estado, pero también la discreción en el proceso, el silencio oportuno y la actuación callada. Los demás andan casi todos a la exclusiva por encima de todo, a la proclamación de sus esquemas y en el fondo, como casi decía la sevillana, a vender y a vender, a vender, todo el mundo a vender.

Este largo proceso, cuyo final no atisbo todavía, necesita cordura, templanza, discreción, altas miras, compasión sobre todo, perdón cuando se pueda, fortaleza mental, no de la otra, convicciones y aguante.

Si la fiera está herida y vislumbra su muerte, reacciona con fuerza y se aferra a la vida por caminos cargados de peligro, se vuelve y se retuerce contra cualquier obstáculo, hiere a quien se le acerca, desgarra lo que pilla. Vamos a ser humanos sin dejar de ser fuertes. Y menos egoístas si se puede. Y menos legalistas y un poco más legales si no queremos ser tan demagógicos.

Hay mucho que ajustar, el campo es amplio. Necesitamos mentes bien abiertas, y menos monaguillos con cargos de sátrapas que no se contentan, desde su ignorancia, si no es adoctrinando al mundo desde su mundo particular cada mañana. Veremos qué sucede.

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