martes, 23 de diciembre de 2008

QUERER Y SER QUERIDO

Me sigo reflejando en mis anhelos, sigo queriendo ser mejor que ahora, abro los ojos, miro, me rebelo, me vuelvo hacia mí mismo y me hundo en mis sueños; luego vuelvo a la calle, me muevo entre las gentes y el asfalto, renuevo mis defectos y otra vez a empezar.

Quiero lanzar una botella al mar de las aceras, a las calles pobladas o desiertas, a las ondas, al viento, al infinito. Por si hay alguien ahí, en el otro lado, en la playa jugando con la arena, mientras las olas, con su rumor monótono, le acercan la botella con el mensaje dentro; por si alguien quiere escuchar la voz que llega con la tarde o al filo de la noche; por si alguien necesita decir las mismas cosas.
Son las fiestas que anuncian nuevo año, un hito más del tiempo, de esa ilusión tan inútil pero tan necesaria. Es la luz y es el ánimo, son las voces y el tiempo del recuento, es estación de viaje que va a ninguna parte, es la noria que sigue dando vueltas.

Necesito decir serenamente que solo me hiere el grito de un deseo: QUERER Y QUE ME QUIERAN. Es el rescoldo último de una hoguera muy grande que dejó quemar e hizo llamas demasiados productos de razón, exigencias basadas en derechos, tratados de armonía basados en reglas preñadas de excepciones, discusiones sin término, empeños desmedidos en llevar la razón, malos entendidos por no escuchar lo justo, egoísmos sin cuento y visiones sesgadas.

Cuando me falló todo, me senté al calorcito del sentido común, de esa poquita cosa que me hizo conducir como un desamparado de las grandes empresas, como una hormiguita que se siente serena con el primer trabajo, como un hagamos esto y después ya veremos. Y aun así sentí el peso de lo que habita el reino de la buena voluntad. Sin ella todo es nada, con ella todo es todo, porque desata nudos, abre caminos francos y serena las tardes de tormenta.

Es ahí, en ese espacio, donde habita la frase que me envío como deseo del año que comienza: QUERER Y SER QUERIDO. Simplemente. La dejo en la botella por si alguien quiere abrirla y compartirla conmigo. Si así fuera, descorcho la botella, lleno mi copa, la alzo al viento y brindo con quien sea. Un abrazo.

6 comentarios:

Luis Felipe Comendador dijo...

YA SABES QUE CUENTAS CONMIGO PARA ECHAR LOS TRAGUITOS QUE DESEES DE ESA BOTELLA HERMOSA.

UN ABRAZOTE.

Manolo dijo...

Brindo contigo. Queramos y que nos quieran. No necesitamos nada más.
Un fuerte abrazo

mojadopapel dijo...

Sabes que también cuentas conmigo, para brindar y no solo por un deseo... creo que es una realidad que la gente te quiere y es hermoso sentirlo.Un beso gordote Antonio

antonio dijo...

Cuidado dónde tiras la botella que casi me abre la cabeza. Menos mal que el contenido fue suavemente al corazón. Lo mismo que nosotros queremos, siempre hay alguien que nos quiere, qué importa cuántos. Brindo contigo,con todos los que te leen y con quienes, además de leerte, vierten de vez en cuando  sus comentarios en estas páginas.

Donce dijo...

D. Antonio, yo también brindo, pero por favor no me llene la copa porque ya sabe Vd. que las cosas del querer se suben rápido a la cabeza (y yo me "achispo" con nada!)

Páselo bien, que aunque no tenga a su madre con Vd, aún está ahí y eso habrá que celebrarlo.

Sinda dijo...

Donce, te presento a Antonio, amigo de toda la vida -o casi-. Ya puedes tutearle. Seguro que le gustará.
Besos para todos los que estáis en esta página, (y no seais insolidarios, no dejéis la botella vacía -siempre hay alguien que llega tarde, pero llega)