miércoles, 24 de diciembre de 2008

HOY, PARA MÍ, DOS PARTES


Acabo de llegar de los Picos de Valdesangil (zona de Piquitos). Ducha, colocación de mis utensilios y a las teclas.

Hoy, para mí, el día tiene dos partes bien diferenciadas. La mañana me ha llevado a la cima, a contemplar la sierra cara al sol, a ver de frente el blancor de la nieve, a divisar las figuras del humo en la ladera del Castañar y en la Centena, a contemplar las inmensas llanuras del Sangusín y a sentir disgregados los pequeños pueblos por ellas, a imaginar las sierras de la Peña y los pueblos que se acuestan en su ladera, y a saludar de lejos la cima del Almanzor allá en Gredos. A mis espaldas quedaban todas las llanuras que se extienden hasta Salamanca y Ciudad Rodrigo. Qué panorama hermoso. Todo lo bañaba un sol de oro y una luz diáfana de las del otoño bejarano, ese otoño infinito en los días de luz. Desde aquel alto, la vista se perdía, pero el corazón se encontraba consigo mismo y con la naturaleza, con su pequeñez y con su consciencia de lo estrecho del tiempo y del espacio. Hasta allí hemos subido para brindar con nuestros benjamines (para nosotros pequeñas botellas de champán). Y lo hemos hecho mirando al infinito, procurando abarcar a todo el mundo sin excepciones. De hecho hemos alzado nuestros vasos de acero en honor de todo lo que cupiera en nuestra imaginación. Y aseguro que el brindis era un poco más gozoso de esta manera, que aquello sabía de otra forma y que el té de sabores que Manolo llevaba esta vez se había dejado tomar por la fuerza del tomillo de los Picos.

La tarde será otra cosa. Iré a ver a mi madre y sentiré su ausencia en esta noche. Y sentiré otras ausencias que se producen por primera vez. Y, como quiero querer y que me quieran, también brindaré por ellas, las abrazaré fuerte y acaso algún suspiro se escapará escondido.

Después, otra vez a la vida, a ver nacer los días y transcurrir las horas, a dejarme llevar por ese río que sigue sin descanso, a las lecturas, a charlar con mis hijos unas horas, a las tareas domésticas…, a ver pasar el tiempo. Que es lo que siempre pasa.

2 comentarios:

Sinda dijo...

Y yo acabo de llegar de mi cocina Que lo sepáis todos, llevo allí desde bien temprano en la mañana, y cuando estaban los tres mozos en lo alto de los Picos de Valdesangil, brindando con sus benjamines, aquí mi amigo (el que dice llamarse mi amigo)me llamó por teléfono para ponerme los dientes largos. Y vaya si me los puso. Él me dijo que era porque se había acordado de mí desde allí arriba, y yo por eso le perdono y le sigo queriendo. Sed lo más dichosos que podáis esta noche y las que vengan.
Besos y mucho cariño.
PS. Me vuelvo a mi cocina, grrrr

mojadopapel dijo...

Hoy te ha sentado bien ese paseo y a mi la descripción del paisaje, en el caos preparatorio de estos días. Gracias.Besos.