Me reconozco una vez más demasiado propenso a la lágrima fácil y a la emoción frecuente. Es muy extraño el día en el que no se me inyecten los ojos con un rocío de lágrimas. Y además varias veces. Las razones son múltiples y a veces, casi todas, seguramente inocuas, al menos para muchos: la sonrisa de un niño, su lloro sin razón reconocida, la perspectiva inútil de una persona anciana, una injusticia gruesa (son tantas que apabullan), una caricia tierna, acciones sin sentido (mi madre ahora mismo hace como que cose y yo la miro y no puedo parar y me derrumbo), tantos hechos hermosos que pasan por la vida sin ser casi notados… Qué sé yo, tantas cosas…
A veces me propongo ser más “fuerte” pero no lo consigo. Otras veces sencillamente dejo correr la rosa de los vientos y me pregunto por qué he de retenerme si no hago mal a nadie. Pero no tengo ninguna certeza de que esta tendencia mía sea beneficiosa o no me aporte nada ni contenga bondad por ningún sitio. De verdad que no lo sé. Y lo he pensado mucho.
Por puro azar me encuentro con este pensamiento de Unamuno (¿Por qué no he vuelto a él desde hace meses si siempre ha removido mi conciencia, ese don Miguelón tan entusiasta, tan sincero, tan contradictorio y tan suyo para poder ser de todos?): “El hombre, dicen, es un animal racional. No sé por qué no se haya dicho que es un animal afectivo o sentimental. Y acaso lo que de los demás animales le diferencia sea más el sentimiento que no la razón. Más veces he visto razonar a un gato que no reír o llorar. Acaso llore o ría por dentro, pero por dentro acaso también el cangrejo resuelva ecuaciones de segundo grado”. Así, hala, todo patas arriba, como regodeándose al enfrentarse a las afirmaciones más corrientes y a los tópicos tópicos de todos los humanos. Me lo imagino siempre así, con visión quijotesca frente a tanto molino.
Bueno, a primera vista, que un segundo repaso nos presenta otra foto con otro colorido. Tengo para mí que eso de los afectos o sentimientos se puede fotografiar en dos momentos. Cuando son el producto del principio de un proceso, me interesan bastante menos, por su carácter de instinto. Cuando representan el final de un proceso, entonces precipitan un producto de los de cinco estrellas pues son como el resumen más noble de todo el pensamiento. Estos sí me interesan, me parecen un producto de los de más quilates. Eso sí que es ser humano. Y no aleja precisamente a la razón de su génesis sino todo lo contrario, sin su concurso no tienen sentido.
En todo caso, me instalo en el sentimiento porque no puedo hacer otra cosa. Y porque no quiero. No me parece malo. Aunque no se lleve ni ande muy de moda ni cotice. Tampoco es que la bolsa ande para presumir demasiado. Así que a ver ese intento confuso de mi madre con la aguja en la mano.
lunes, 27 de octubre de 2008
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3 comentarios:
Jo, Antonio, casi me has hecho llorar, que yo también soy llorona.
Para que rías:
El prof de religión de mi instituto:
Podríais decirme qué es el "incesto".
Un alumno: Zi, profe claro, lah mohcah, loh mohquitoh.
En clase de lengua:
Buscad en el texto alguna palabra (había 2)de la familia de "semen".
El espabiladillo, más rápido que ninguno,:"Sementerio", y relacionada con zánatos (ya les había dicho que en griego era "muerte". Otro alumno: "Zanatorio".
A lo mejor no tienes ganas de reír, pero te conozco, y sé que lo has hecho. Bon, en tout cas, espero no haberte hecho llorar.
Un beso
Sinda no sé si Antonio se habrá reido (es imposible si dice que no) yo me he reído un rato largo, porque conozco "in situ" de que va el asunto.
Bueno me voy a poner seria porque me gusta la entrada de hoy de Antonio, y aunque denote tristeza, la tristeza hay que afrontarla es la mejor manera de salir de ella, además, habla de Unamuno que me encanta con sus sentimientos enfrentados, y le doy toda la razón en esto de los afectos y sentimientos en que, cuando son el producto del principio de un proceso interesan bastante menos, en ese proceso, la observación, percepción, sensaciones, sensibilidad, tienen que pasar por el filtro humano personal, la razón lo amalgama todo, y da un veredicto, a veces aun en contra de nosotros mismos, y totalmente de acuerdo es que al final, en todo caso, yo también prefiero quedarme con el sentimiento es más autentico y nunca podemos luchar contra él.
Emociona leerte, querido Antonio. El "jodío" pudor masculino hace que, casi siempre, lloremos p´adentro y no dejemos aflorar lo que sentimos porque no es "razonable".
Un abrazo.
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