Me gustaría algún día escribir un largo ensayo que tuviera como tema la función y el valor del creador en esta sociedad y en estos tiempos de principios del siglo veintiuno. Seguramente no iba a descubrir demasiados mediterráneos pero serían mis mediterráneos. Tengo algunas variables a mi favor. Es un asunto que me interesa desde hace mucho tiempo, conozco un poco el mundo de la creación literaria (yo mismo soy un creador aunque ocasional), por mis ojos han pasado muchos miles de páginas, mi labor profesional se mueve en esos mundillos, me interesa el mundo en cuanto sociedad conformadora de cada uno de los individuos que la componen… En fin, hay muchos elementos que me empujarían a organizar algunos pensamientos que dieran vida a este asunto. Bien sé que hay bibliografía abundante pero creo que la perspectiva social del tema no está tan trillada. Y es la que a mí me interesa.
No es el momento, claro (estoy yo como para iniciativas), pero me ronda el deseo y lo anoto. Sí adelanto que mi tesis es la de darle al creador un valor bastante secundario, si lo comparo con el científico por ejemplo. Me parece que hay demasiada mediocridad y demasiado cuento chino en el oficio, y, por supuesto, reniego del creador que no tiene una perspectiva de análisis en sus obras. Bueno, tiempo habrá.
Y se marchó el verano. Qué verano tan atípico. Y tan largo. Me queda casi medio otoño en esta perspectiva de ritmo temporal. Hay que arrimar el hombro. Y no decaer, que la causa es buena aunque la carga sea pesada y asuste. Entre ratos de desaliento y momentos de reposo y de recuperación, entre momentos de no entender nada y ratos de entender todo demasiado claramente, entre ratos de fondos marinos y ratitos de cielo. En fin, es lo que hay y ahora prefiero no buscar explicaciones. Ni causas. Ni consecuencias. Todo forma parte de la vida. También esto. Vamos.
domingo, 21 de septiembre de 2008
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