Debería seguir llenando líneas para conocerme y para reconocerme a mí mismo. Es algo que tengo bastante claro desde hace bastante tiempo. Seguramente eso explica que, en realidad, nunca haya salido de la primera persona, siempre haya estado en el yo, en el egoísmo. Quizás también por ello, la descripción por sí misma me interese menos y siempre aspire a la reflexión. No me sirven los datos por los datos ni la naturaleza por la naturaleza sino que me sirven ambos elementos porque en ellos me reflejo y porque de ellos puedo extraer consecuencias para mí mismo y para mi vida. Si aplico este principio a la lectura, tendría que convenir en que aquellas obras que no incorporan reflexiones morales directas o indirectas no me satisfacen y me dejan frío. Es verdad que existe el pasatiempo como tal, e incluso que acaso no es mala base de explicación de la vida, pero tengo que ver “chicha” en las proposiciones para identificarme con ellas o para rechazarlas. Es como me siento más a gusto. Por supuesto, he dicho reflexiones directas o indirectas, que todas valen.
En la creación se indaga y se aparta uno por caminos que no siempre esperaba, de tal manera que uno sale de casa hacia un lugar pero no siempre llega el lugar elegido, es el propio camino el que va marcando la ruta y la dirección. Tampoco creo que haya que salir de casa sin rumbo desconocido y a la aventura sino con planes concebidos, pero sin la rigidez que te impide mirar el campo y cambiar la dirección según como se dé el día. La creación es tanto comunicación como conocimiento. La comunicación está ya en la salida, el conocimiento se halla desperdigado por el camino, por la ruta, en el tiempo de la creación.
Lo importante es que todo esfuerzo conduzca a conocerse uno un poco mejor, o a descubrir que realmente nunca se sabe casi nada de nada, tampoco de uno mismo. ¿Con qué otro fin se podría crear si no es para satisfacción personal o para disgusto propio? No siempre anda uno predispuesto a dejarse llevar por la corriente. Hay muchas cercas que acotan el camino. Las hay de carácter social, de tipo religioso, de índole moral, y hasta de base económica. Poco importa. Hasta en eso tiene uno que descubrirse y desnudarse. Aunque solo sea para reconocer lo pudoroso que se puede llegar a ser y que en realidad se es, lo condicionado que anda uno por todo y el mundo reducido en el que se mueve. Mortificarse continuamente no conduce a nada demasiado bueno, pero andar en el limbo a cada minuto tampoco parece que ennoblezca a nadie ni que mejore su calidad de vida. Así que a descubrir mediterráneos, a darse uno más vida, o acaso un poco más de tristeza o de muerte, quién lo sabe. Para adensar los días, para dar un sentido a cada hora, para ser uno algo más uno mismo.
lunes, 23 de junio de 2008
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1 comentario:
Ser uno mismo tendría que ser el primer principio educacional, pero ponemos tantas trabas, y marcamos tantas influencias de todo tipo en la formación de la persona que apenas podemos ser singulares.
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