sábado, 14 de junio de 2008

CORRIJO UN EXMEN DE SELECTIVIDAD

Estos días estoy que lo tiro. Papeles y más papeles por todas las partes. Preguntas y más preguntas. Respuestas y más respuestas. Resulta aburridísimo, pero no del todo.
Formulario para no morir en el intento: Se abren los folios. Se mira el tipo de letra y procura uno no enfadarse antes de leer al menos cinco líneas. Si la caligrafía es buena, el aprobado se promete por narices. Se lee el resumen y se observa que demasiadas veces empieza de esta guisa: “El presente texto es un artículo de opinión publicado en… En el mismo, el autor…” Uno empieza a echar pestes recordando que lo que se ha pedido es un resumen, no quién lo ha escrito ni dónde se ha publicado. A veces escribe al margen algo así como esto: “Sobra”. Otras veces se perfila sencillamente un trazo con bolígrafo rojo y se sigue leyendo. Si se observa un léxico impreciso y divagante, se prepara uno para el sufrimiento continuo pues todo el ejercicio será así. Se califica por el medio de la tabla porque el alumno, a pesar de todo, algo habrá escrito y no es cuestión de no valorar su esfuerzo y su tinta. Se intenta leer el esquema y se observa que el susodicho te suelta un parrafazo de no te menees cuando esperabas frases cortas y nominales, además de jerarquización de ideas. En ese momento uno ya puede soltar la primera mala palabra para desahogarse. Al fin y al cabo da igual, pues nadie se va a enterar. Si el fenómeno se repite en muchos alumnos, uno tiene el derecho a pensar que no es error del alumno sino del profesor que les ha enseñado. En esos casos, es mejor echarse a temblar y a rezar. A la hora de calificar el comentario de texto, conviene tener los ánimos templados y esperar repeticiones y paráfrasis. De vez en cuando te encontrarás con formulaciones teóricas que sirven de introducción para cualquier comentario pero que, en realidad, no comentan ninguno. También en esos casos conviene no perder de vista cuál ha sido la labor del profesor correspondiente. A estas alturas echarás mucho de menos la solución sencilla que consiste en describir usos lingüísticos, citar dónde se dan en el texto y comentar en qué medida representan la realización del tema. O sea, el comentario de siempre. Como te hallarás léxico de aquella manera, anacolutos y toda clase de faltas de coordinación y de relación, tendrás la obligación de tranquilizarte y de preguntarte por qué sucede eso y a qué últimas razones obedece todo lo que ves. Se lee el análisis y tendrás que ponerte gafas para interpretar los signos. Desde ese momento tienes asegurado el diploma de intérprete en esperanto. Lee la parte de literatura sin grandes ilusiones pues normalmente te encontrarás con fechas y más fechas y con asuntos de menor importancia. No te preocupes demasiado porque, al cabo de unos días, la memoria habrá dado al trate con todos ellos. Cuando vayas concluyendo, piensa que aún te queda sumar todas las notas parciales para poner una sola. Recuerda que, aunque no sepa demasiado el alumno, con un poco de por aquí y otro poco de por allá, te saldrá una nota próxima al aprobado o superior a este. Si no alcanza el apto, dale un pequeño empujón. A ti qué más te da.
Y no olvides una cosa: salvo para dos o tres carreras universitarias que tienen nota de corte, esta clasificación no sirve para casi nada. Perdona, miento: para ponerte la cabeza como un bombo. Y puestos así, casi que no merece la pena. ¿A que no?

1 comentario:

mojadopapel dijo...

A esa edad lo único que se nos ocurre es aportar datos, que se note que has estudiado, comentar libremente da miedo, tener opinión más difícil todavía, terror a que tu opinión no coincida con el examinador, es lógico.