miércoles, 2 de septiembre de 2009

DE PRONTO, OTRAS SENSACIONES

Estos primeros días de septiembre, en lugar de irme diluyendo las imágenes y las sensaciones del verano, lo que hacen es ir perfilando sensaciones que me sitúan en una realidad absolutamente nueva para mí.

De pronto me doy cuenta de que realizo acciones que tal vez se conviertan en últimas de la serie, en definitivas, en despedida y cierre. Afronto los exámenes de mis alumnos -esas cosas tan raras que tratan de juzgar en un par de hojas los conocimientos que seguramente a lo largo del verano lo único que han hecho ha sido huir de sus mentes hasta perderse en la niebla- y me doy cuenta de que tal vez no los vuelva a realizar ninguna vez más. Hay un convenio firmado según el cual podría decir adiós a la enseñanza cuando finalice el próximo curso.

Y se me abre una reflexión sobre datos que no son soñados sino reales, sobre hechos ante los que tengo que decidir y, sospecho, lo voy a hacer en forma positiva, es decir, aceptando esta situación favorable para mis intereses laborales.

Podría pensarse que la duda es una pedantería o una falta de sinceridad por mi parte (¡es tan fácil pensar de esa manera!), pero, a día de hoy, tengo que decirme que existe y que la duda es real. Tengo tiempo suficiente como para sopesar, para pensar, para pesar pros y contras, y para decidir. Veremos.

Al fin y al cabo, poco importa la decisión que adopte; lo que realmente me agita es comprobar que la serie se agota, que la curva está de capa caída y apunta en descendente y que el tiempo, esa realidad extraña que mis sentidos van tejiendo para mí, se va agrandando y, con alguna frecuencia, mira hacia el abismo. Puedo mirar atrás y hay mucho en el camino; puedo mirar hacia adelante y no veo el muro lejos. Sé que cambiar el ritmo será cambiar un poco el ritmo de la vida, que tendré que adaptarme a otras tensiones y sobre todo a renunciar a ese regustín diario que suponía pensar que uno andaba en una tarea que realmente merecía la pena, a pesar de todas las dificultades, de la pereza y de todas las ganas de tirar la toalla cada día y cada hora.

Quiero decirme que, a pesar de todo, eso de la educación es uno de los escasos agarraderos a los que hay que asirse para mantener la fe en el ser humano, en sus posibilidades para salir a flote, en las esperanzas de no hundirse del todo en la miseria moral, en la certeza de que es acaso el camino que más iguala y ennoblece. Y acaso también angustia un poco.

Por eso, salir del esquema -salvo que se busque alguna sustitución de tareas- no es lo más atractivo, aunque pueda parecer lo contrario y tal vez estas palabras no se entiendan bien.

¡Es que tal vez no haya ya más septiembres, ni octubres, ni noviembres…! ¡Ni principios de curso, ni primeras clases y primeras impresiones, ni más enfados, ni pequeñas sorpresas, ni… nada!

Me asusta un poquitín esta perspectiva. Espero que no llegue a angustiarme. Y que pesen también en la balanza mis ganas de carecer de obligaciones, mis asuntos pendientes en otras actividades, la realidad de que, aunque la ocupación es atractiva, yo no soy más que un peón en una obra tan grande, mi tiempo libre siempre, y tantas, tantas cosas que se me han de ofrecer a manos llenas.

No quiero confundir ni confundirme con lo que significa trabajar. Sigo gritando fuerte que a mí no me gusta trabajar y que descreo de aquellos que realizan esta afirmación. Se trata de otra cosa, creo que un poco más amplia y más compleja.
Pero ya iremos viendo, que andar con estas cuitas, en los tiempos que corren, puede parecer un poco insultante. Y juro que no es eso, que no, que es otra cosa.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Te mereces disfrutar de tu tiempo como te salga de....,y no tengas miedo de todo el tiempo libre, es tuyo, te lo mereces!! y sabrás sacarle jugo.