lunes, 1 de octubre de 2007

QUÉ POQUITA COSA SOY

Hay días en los que no debería obligarme a escribir ni unas líneas. Son aquellos en los que me vengo abajo sin remedio. Hoy tengo razones fuertes para ello. Mi madre se ha marchado y me ha dejado como alma en pena. Ya está con uno de mis hermanos en Valero, cerca de mí pero lejos también. Sé de sobra que la tratan muy bien, reconozco mis peleas frecuentes con ella y mi falta de paciencia, también admito que nuestras peleas siempre se resuelven enseguida y con un par de besos de por medio, apunto aquí que atenderla lleva tiempo porque ya necesita presencia física y mental. Todo es verdad, pero hoy no me sirve para nada. Hoy lo certero es que ella no está conmigo y que la echo mucho de menos, que ando por los pasillos y no están habitados por su presencia, que salgo a mi terraza y la esquina está solitaria y con la silla vacía, que no hay horarios de los que estar pendientes, que no hay comidas especiales que cocinar, que no hay respuestas que dar, que no hay sugerencias que hacer, que no hay preocupaciones especiales, que no hay vidas que repasar, que no hay recuerdos que traer al presente, que... Pero sé que la estoy echando de menos. No quiero racionalizar nada porque no me da la gana. Solo sé que no está a mi lado y que estoy triste por ello, que necesito que alguien me distraiga y me airee para que no me venga más abajo, que me pongan imágenes que me lleven a otros sitios, que alguien, a mi edad, me haga unos mimos que apacigüen mi situación, que me ponga otras ocupaciones en las que entretenerme. Pronto iré a visitarla, pero hoy, ahora, la echo mucho de menos. No quiero explicaciones de ningún tipo porque no las entiendo. La echo mucho de menos. Porque a mi madre, la quiero, la quiero mucho.
Otra mujer estará al quite y me levantará la moral. Vega, Nena, échame una mano. Tú sabes cómo hacerlo porque lo has hecho otras veces. Me sobran las palabras.

3 comentarios:

Diego Fernández Magdaleno dijo...

Un abrazo, Antonio.

Juan Pablo Gutierrez Garcia dijo...

He leido y releido el texto y se me llenan los ojos de lagrimas...no me gusta "leerte" tan triste...y espero que mañana te levantes mas alegre,y te "lea",y me levante el animo a mi...un besazo muy fuerte papa.

antonio dijo...

¡Cómo te entiendo ahora, amigo del alma! ¡Qué no daría yo porque la mía hubiera marchado sólo a Béjar! Pero, se me está yendo, a marchas forzadas, para siempre. Cuando vuelva a ver a tu madre, deja que te la robe un momento, porque, en ella, estaré viendo a la mía. Un abrazo.