miércoles, 24 de octubre de 2007

!¿CONSENSOS?!

En esta mañana que amenaza lluvia, sentado bien a gusto frente a esta pantalla que me abre al aire del mundo, vengo a reproducir un simple esquema que ya he glosado no hace mucho en algún otro lugar o foro público. Si no son las palabras, sí serán las ideas las que se repitan.
Durante toda esta legislatura se viene acusando al Gobierno de no tener en cuenta a casi media España (ya será menos pero eso dicen ellos), la representada por el PP, a la hora de aprobar leyes que vayan regulando las nuevas situaciones sociales. Argumentan con lo que sucedía en los primeros años de la transición; curiosamente, nunca lo hacen con ejemplos de las dos anteriores legislaturas en las que ellos estaban gobernando. Algo huele a podrido en Dinamarca. Aquí hay gato encerrado. Con la idea genérica del consenso como telón de fondo, quedan tan ricamente delante del público poco avezado y hasta aparecen con cara de cordero. Yo creo que esconden fauces de lobo feroz detrás de la careta. ¿Por qué? Voy a ello.
El consenso, así, en abstracto, es algo positivo que hay que perseguir y propiciar; los acuerdos suscritos por amplias mayorías tienen asegurada larga vida, como le sucede, por ejemplo, a la constitución. A por ellos, entonces. Pero alcanzar consensos implica cesiones por todas las partes, también por parte de las minorías, que tienen que estar en el gobierno pero en su sitio: en el permanente intercambio de ideas, pero perdiendo votaciones casi siempre también. Es verdad que quien más tiene debe ofrecer más, pero no a costa de tergiversar las promesas con las que se presentó a las elecciones generales. De modo que la falta de consenso tiene varios padres y cada uno con su parte de responsabilidad. Obsérvese lo curioso que resulta que, casi siempre, todos los partidos se ponen de acuerdo menos el PP, que tiene un no plantado en su frente y lo hace saltar como un resorte automático. Búsquese también su parte de culpa.
Pero hay algo mucho más importante que facilita y empuja esa oposición y ese, al fin, deseo de falta de consenso, a pesar de que se dediquen tantas palabras a echarlo de menos y a glosarlo. Este es el esquema: a) Cuando gobiernan los conservadores, las dificultades se hacen menores pues son escasas las propuestas legales de cambios sociales (son conservadores y buscan conservar lo que ellos poseen: el poder y la riqueza, a dejar correr la vida y a mantener el estatus); b) Cuando gobiernan los progresistas, todas son quejas porque dicen no ser respetados ni tenidos en cuenta para llegar al consenso; c) Siempre salen ganando los conservadores.
Si por lo menos aplicaran la misma medida cuando gobiernan que cuando están en la oposición. Repásese lo que sucedía hace ocho años, o seis, o cuatro, y se verá cómo se invocaba a la mayoría como ley fundamental de la democracia. Hoy para ellos todo es división, ruptura, caos, invasión, propuesta de objeción... ¿Qué han cedido en la renovación de los cargos de la justicia en una situación vergonzosa de ilegitimidad desde hace muchísimos meses cuando comprueban que tienen la sartén por el mango?
Vaya un ejemplo para el consenso. ¿A quién quieren engañar? Pues pienso que engañan y con relativa facilidad. Engañan sobre todo a las conciencias flojas y pendulonas que tienden al egoísmo y a la comodidad, al que me dejen como estoy a vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer. La Historia demuestra que los mayores enemigos de los cambios no están siempre en los contrarios ideológicos sino en las conciencias adormecidas y comodonas, muchas entre los que podrían resultar más fovorecidos por esos cambios sociales. Por eso andamos con un pasito para delante y dos para atrás.
Pero eso no quiere decir que no se tenga razón, ni que la sociedad viva no sea siempre una comunidad en cambio y en adaptación permanente. El que tiene quiere conservar, y muchos de los que no tienen prefiern no despertar.
Solo hay una cosa peor que se esclavo, ser esclavo y además estar agradecido. Uffff.

No hay comentarios: