lunes, 15 de octubre de 2007

GENIOS

Genio, genial, genitivo, gen, ingeniero, ingenioso, gentilicio, genital... Genio y genital, !qué cerca!, hermanos de leche, de la misma familia. ¿El genio nace o se hace? El "genital" nos lleva a nace, pero una visión más amplia nos convence de que al menos también se hace. ¿Quién puede negar que hay personas predispuestas a la creatividad, que siempre andan imaginando cosas nuevas, que enseguida le encuentran tres pies al gato y que desnudan al santo rápidamente creando una figura diferente?La base está en una mirada diferente y en unas sensaciones distintas que las del común de los mortales. El genio ve mezcla de colores donde los demás no llegan más allá de los colores puros, genera sensaciones a partir de las impresiones que no se codifican en otros cerebros y, finalmente, produce sentimientos de otro color distinto. ¿No conocéis casos en los que todos los miembros de una familia parecer estar especialmente dotados por ejemplo para la música? ¿Y familias que controlan algo tan importante como es el sentido del ritmo? ¿O que tienen unas "manitas" celestiales que arreglan todo lo que se les ponga por delante?
¿Por qué no "explotamos" serenamente a todos estos individuos en beneficio de la comunidad? ¿Por qué no los damos a conocer y los valoramos?
Pero si el genio también se hace, el valor de lo que da la naturaleza tendrá su justa medida y su serena valoración. En un esquema racional, no tiene mucho sentido que saque pecho quien está naturalmente dotado para algo. Si no hay alguna relación mesurada entre esfuerzo y valoración final, esto puede ser la jungla. Y la vida está llena de soluciones inmediatas que no ven más allá del resultado final, de lo que nos ofrecen, con independencia de que sea el resultado del esfuerzo o de la selección natural. ¿Cómo tendríamos que valorar a un buen tenor, dotado por la naturaleza de unas cuerdas vocales y de un timbre especiales? ¿Qué se nos ocurre opinar acerca de un deportista cuya anatomía se preste al desarrollo especial de un deporte? ¿Cómo es posible que pongamos en el séptimo cielo a no sé qué actor o actriz por la belleza natural heredada y no demos valor a su formación? ¿Hasta dónde la selección natural y no el esfuerzo y la razón? Pueden parecer preguntas para un tratado filosófico y, en realidad, no son más que apreciaciones que tienen cabida en la realidad de cada día y de cada momento. Y en nuestra manera de comportarnos.
Aquí se aboga por no despreciar los genios, pero también por valorar sobre todo los esfuerzos como componente esenciales de los resultados. Aunque so sean estos los mejores. ¿Qué se opina por ahí?

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