lunes, 29 de octubre de 2007

EFEMÉRIDES

Además de los botellones místicos, ayer se celebró otro botellón con cerveza, vino, pastas y cocacola. Eran los veinticinco años de la primera victoria del PSOE, aquella de la mayoría absoluta del año 82. Unos cuantos nos reunimos durante un rato en torno de unas palabras sencillas y de unas bebidas para recordarlo.
La realidad es una vorágine que apenas permite la perspectiva, y muchos menos cuando tenemos unos medios de comunicación -otra vez los medios de comunicación- a los que sencillamente les interesa el resultado inmediato, el levantamiento y el ahorcamiento casi instantáneo de héroes, el cultivo del morbo y el aumento de publicidad. No sé cuando, porque creo que ya se tenía que estar haciendo en los medios académicos y yo no lo veo por ninguna parte, se revisará la transformación que sufrió este país en los años ochenta y noventa. Me parece ´que, por resumirlo, se puso en la modernidad y en un camino de progreso que, desde entonces, y apesar de tanto imbécil y esclavo agradecido, no ha parado. Apenas doce o catorce años de gobierno socialista en la historia de España, tan solo esos y qué cambios tan radicales en los elementos sociales: sanidad, pensiones, educación, ocio, participación... Los focos interesadamente se han puesto en los grises pero existen muchísimos colores luminosos, como los habrá en la revisión de la presente legislatura, cuajada de medidas sociales y de aumento de libertades. Yo brindé alegre por la efeméride porque mi visión, a pesar de todos los pesares, es muy positiva. Ay si se hubiera acertado en el campo de la administración y en el de los cargos.
He vuelto a visitar a mi madre en Valero. Otra efeméride más emocional. Allí me la encontré, al amparo de una sombrilla tomando el sol, como si estuviera cerca de la playa. Con sus años a cuestas, con sus manías a la espalda, con el mundo en perspectiva, con mi cariño intacto, con el suyo también, con mis hermanos cuidándola y dándole todo su cariño, con sus arrugas marcadas en la cara, con su abrazo final emocionado, con mi pesar por dejarla de nuevo lejos, con el contento de que su vida se alarga, con la vitalidad que la acompaña, con la idea de que el mundo se le va reduciendo en parámetros y en geografías, con el beso fuerte que desde aquí le mando.

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