Hay que ver hasta qué punto se ha caldeado este llamado día de la fiesta nacional, día de la raza (tiene bemoles) y día de la hispanidad. Me parece que por todas partes nos vamos a matar a españazo limpio. Salgo de mi casa, ya casi mediodía, para dar un paseo que va desde la fábrica de pan hasta la Fuente del Lobo, La Cantena y Santana. Apenas veo una bandera colgada en un balcón de la calle Colón. Y eso que se trata de la barriada de los pudientes. Y los ricos, en su inmensa mayoría, son de derechas; y, si no, que se revisen los resultados electorales. Vaya fracaso el de Rajoy invitando a extender colgajos en las ventanas. No sé qué dirá hoy o mañana. Por supuesto que esto no obedece a la realidad de los sentimientos (seguro que hay más gente que habría expuesto la bandera si no se lo hubieran pedido en estas circuntancias). Lo que pasa es que hasta esto lo ha estropeado este usurpador por un día de puestos que no le pertenecen y exaltador de pasiones barriobajeras. Lo que podría ser una celebración serena y sin estridencias lo convierten en un pimpampum lleno de bilis.
Porque vamos a ver. Uno nace donde nace por puro azar. Esto es algo que a todos nos tendrían que recordar con alguna frecuencia para que nos sirviera de terapia imaginarnos con taparrabos y dando vueltas al caldero en el cuarto muno, o encima de una patera con los cocodrilos esperando cualquier descuido. ¿Que nacimos aquí? Pues muy bien, pero nada más, como si hubiéramos nacido en otro lugar: purito azar. ¿Será bueno entonces asumir la larga historia que lleva a sus espaldas esta comunidad? Por supuesto: son nuestros antepasados. Pero sin estridencias porque ni yo exploté a los indios ni luché contra los romanos; ni formé parte de los tercios en Flandes ni luché en ningún bando de la guerra incivil; ni ensanché el imperio por ninguna parte (para qué querrá la gente ensanchar las naciones y los imperios) ni fui de los últimos de Filipinas. De modo que a mí que me registren. Demasiado tengo con responder razonablemente de mi vida y de intentar mejorar un poco la de aquello que me rodea. Pero ¿en nombre de qué vienen estos españazos, estas alharacas y estos vítores impulsivos e irracionales? Nos queda la verdad de la experiencia; y esta no es precisamente positiva: cada vez que la derecha grita viva España hay que echarse a temblar.
Por la otra parte de la soga andan los nacionalistas, algunos de los cuales para el día de hoy han propuesto, en lugar de día de fiesta, un día de trabajo y de huelga a la japonesa. Como si una parte de la familia se dedicara a arreglar las calles cuando otro miembro celebra esponsales. O sea, jodiendo la marrana, y perdón por la expresión. Me parece que realizan una interpretación sesgada de la Historia y que no ponen de su parte ni una pizca de buena voluntad.
Es difícil que una familia crezca en armonía con tanta oveja negra. No se adivina un porvenir feliz para el invento. En medio de todo esto está el Gobierno, que recibe palos por todas partes y que anda apagando fuegos cuando se le reproducen incendios por doquier.
Menos mal que buena parte, casi todos, de los españoles se dedica a pasear al sol tibio del otoño, a gozar del cielo luminoso de Béjar o a dejarse inundar en el Levante. O sea, a pasar serenamente el tiempo, coño.
Los símbolos son solo eso: símbolos. Hay que trabajar para que unan y no para que separen. Y no conviene esgrimirlos ni enarbolarlos; y menos contra ningún grupo de la comunidad al que también tedría que acoger. Los americanos los enseñan en una epidemia apestosa que nada me gusta; los europeos del oeste los vemos como con indiferencia y hasta con desprecio, en una actitud que tampoco me complace. ¿No podríamos aspirar a un término medio que no molestara demasiado a ningún miembro de la comunidad? El señor Rajoy ha hecho estos días más contra la bandera que decía defender que un ejército en retirada; en unos por pudor, y en otros por rechazo.
"De todas las historias de la Historia / la más triste, sin duda, es la de España / porque termina mal, como si el hombre / harto ya de luchar...".
viernes, 12 de octubre de 2007
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1 comentario:
La bandera,el himno,las fuerzas armadas...son simbolos muy aferrados a la derecha antigua y nueva(que no se cual es peor)...y ahi esta el problema.
Personalmente no estoy agusto ondeando una bandera o escuchando el himno de España(sino es viendo un partido de la seleccion,jeje...)
Y cuanto mas nos ponen como ejemplo "el patrotismo yanqui".....mas seguro estoy de ello...
Viva españa!!...pero contra Dinamarca.
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