
LA OTRA VERDAD DEL AGUA
Espumoso interior de la ladera
que lloró de sus ojos monte abajo
con prisas, por caminos, por atajos
que llevan a incipiente primavera.
Era nube en el cielo la primera
niebla que, desplomada, me sustrajo
de la visión de ser apresurado
que niega el pensamiento y la certeza.
La cita fue en el bosque, mediodía,
cuando el agua sonaba y a su paso
todo el rumor sus ansias descubría.
Yo sumergí mis ojos por si acaso
mi mente entre las aguas concebía
otra verdad más honda entre mis pasos.
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