sábado, 15 de mayo de 2010

PARA CUMPLIR LO MÍNIMO

Se me acumulan las actividades porque hay algunas que me llenan todas las horas. Ha venido Sara a estar con nosotros el fin de semana. ¿Qué más quiero y en qué puedo emplear mejor las horas? Sigue tan preciosa o más que siempre, ríe sin parar, empieza a dejarse oír con balbuceos que señalan claramente sus deseos, quiere correr toda la casa en nuestros brazos y es una pilluela feliz que va abriendo sus fuerzas a la vida. Yo me encuentro feliz y la abrazo y la achucho con fuerzas. Alguna vez se enfada por exceso de cariño pero sé que en mis brazos se lo pasa muy bien porque tiene confianza y sabe que la piel que la roza es toda de cariño. En fin, estoy bobito con esa nietecita que tengo. Ya pronto cumplirá el primer añito y nos lo adelanta levantando un dedito para responder a las preguntas que le hacemos muchas veces. Será otro día de fiesta.

Y he pasado otras horas feliz en Salamanca, al lado de mi familia, en una comunión de mi sobrino más joven. Alegre y feliz también él en este día, rodeado de todos y con el centro de atención copado por él solo. Es un tipo listísimo y sé que le espera un porvenir muy bueno pues sus padres lo van a dejar todo en su educación. Ya hace cosas impropias de su corta edad. Siempre me siento bien con mi familia más próxima, esa amplia familia que se reúne pocas veces pero que conserva el sabor de lo próximo y de esa cosa extraña que ata pero que no tensa.

Mientras transcurría la ceremonia religiosa, pensaba en la diferencia entre la religión y la filosofía, en sus proximidades y en aquello que jamás las unirá. Y es que la religión siempre da vueltas a la misma rueda, no con el fin de continuar sino con la única pretensión de buscarle las vueltas a lo que entiende por ya existente, de intentar encontrar alguna fijeza un poco menos extraña a esa verdad que no puede ser modificada. Jamás cancelan el proceso, porque ya está cancelado de antemano. Las creencias nos liberan siempre de seguir pensando, la filosofía y la ciencia nos invitan siempre a seguir buscando, nos hacen vivir en la duda como método para el progreso.

Hoy, para estos niños, acaso no fuera el mejor día para animarlos a la razón. Vale. Pero mañana mismo sí.

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