Ya hemos situado al hombre en la naturaleza, para diluirse en ella o para dominarla, ya se ha descubierto a sí mismo con unas metas impensables hasta ese momento y con una escala de valores radicalmente distintos a los de la Edad Media. Ahora toca pasar a la acción.
La primera vertiente es la de la naturaleza y la del universo. Giordano Bruno, Leonardo da Vinci, Kepler, Galileo, Bacon y muchos otros nos ofrecen textos y consideraciones abundantes acerca de la infinitud y de los valores del universo, de la naturaleza y del hombre.
Copio un par de textos que sirven de ejemplo:
a)Galileo: La autoridad bíblica no sirve en las cuestiones científicas: “Me parece que en las discusiones de los problemas naturales no se debería comenzar por la autoridad de la Escritura, sino por las experiencias sensibles y por las demostraciones necesarias, porque, procediendo de igual modo el Verbo divino, la Sagrada Escritura y la naturaleza, aquella en cuanto inspirada por el Espíritu Santo, y esta como ejecutoria fidelísima de las órdenes de Dios; y habiendo convenido además que las Escrituras, para acomodarse a las posibilidades de comprensión de la mayoría dicen, aparentemente y si nos atenemos al significado literal de las palabras, muchas cosas distintas de la verdad absoluta; y, por el contrario, siendo la naturaleza inexorable e inmutable, y sin que sobrepase jamás los límites de las leyes que le han sido impuestos, al no preocuparse para nada que sus ocultas razones y los modos de obrar estén o no estén al alcance de la capacidad de los hombres, parece, pues, que aquello de los efectos naturales que o la experiencia sensible nos pone delante de los ojos, o en que concluyen los demostraciones necesarias, no puede de ninguna forma ser puesto en duda, y tampoco condenado, por citas de la Escritura que dijesen aparentemente cosas distintas ya que no todo dicho de la Escritura está ligado a obligaciones tan severas como lo está todo efecto de la naturaleza, ni se nos manifiesta Dios menos excelentemente en tales efectos que en las palabras de las Escrituras”.
b)Bacon: Las artes y las ciencias, fundamento del imperio del hombre sobre las cosas: “…Vale la pena tomar nota de la fuerza, la virtud y las consecuencias de los inventos, especialmente manifiestas en aquellos tres inventos desconocidos de los antiguos y cuyo origen, aunque reciente, es oscuro e ignoto; me refiero a la imprenta, la pólvora y la brújula. Estas tres cosas han cambiado la faz del mundo y las condiciones de la vida humana: la primera en el campo de las letras, la segunda en el ámbito de la guerra y la tercera en la navegación. Ellas han causado innumerables cambios, de forma que ningún imperio, ninguna secta, ninguna estrella parece haber ejercido mayor eficacia y mayor influjo sobre las cosas humanas, del ejercido por estos inventos mecánicos.
Además podemos distinguir tres géneros y casi grados de ambición humana. El primero es el de aquellos que desean ampliar su poder personal en su patria, un género de ambición vulgar y degenerado. El segundo es el de quienes se esfuerzan por ampliar el poder y el dominio de su patria entre el género humano; es un tipo de ambición más digno sin duda, pero menos codicioso. Pero si alguien se esfuerza por restaurar y ampliar el poder y el imperio de todo el género humano sobre el universo, es indudable que esa ambición es más sana y más noble que las anteriores. Sin embargo, el imperio humano sobre el universo reside solamente en las artes y en las ciencias, pues no es posible vencer la naturaleza más que obedeciéndola”.
Se repetirán las represalias y las condenas. Pero el camino ya está desbrozado: Eppur si muove.
lunes, 3 de mayo de 2010
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