miércoles, 5 de mayo de 2010

LA META ES LA MISMA

Y no importa demasiado si la naturaleza del hombre se entiende bondadosa o se comprueba maliciosa. Al final, la necesidad del pacto se hace imprescindible. En el otro extremo se halla Rousseau para quien la bondad natural del ser humano no le desliga de la necesidad de un pacto social como forma de soportar la supervivencia y de mejorarla si es posible. Parece mentira que un tipo tan controvertido en lo personal esbozara una concepción social tan amplia y de tantas consecuencias para todos nosotros. Porque ya en estas ideas se manifiesta un pensador absolutamente contemporáneo. Por cierto, se habla siempre de un contrato social, o sea, mirando siempre a grupos, a pluralidades, a comunidades. Así que selecciono algunas palabras de su Contrato Social:

Libro I

“El hombre ha nacido libre y en todas partes está encadenado.” Cap. 1

“La más antigua de todas las sociedades y la más natural es la de la familia.” Cap. 2 Frase rouqueña donde las haya.

“El más fuerte no es nunca lo bastante fuerte para ser siempre el amo, si no transforma su fuerza en derecho y la obediencia en deber.” Cap. 3

“Puesto que ningún hombre tiene autoridad natural sobre su semejante, y puesto que la fuerza no produce ningún derecho, quedan, pues, las convenciones como base de toda autoridad legítima entre los hombres.” Cap. 4

“Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con toda la fuerza común a la persona y los bienes de cada asociado, por la cual, uniéndose cada uno a todos, no obedezca, sin embargo, más que a sí mismo y permanezca tan libre como antes. Tal es el problema fundamental, cuya solución da el contrato social.” Cap. 5

Libro II

“La voluntad es siempre recta y tiende siempre a la utilidad pública; pero no se deduce que las deliberaciones del pueblo tengan siempre la misma rectitud. Se quiere siempre su propio bien, pero no siempre se ve cuál es ese bien. Al pueblo no se le corrompe nunca, pero con frecuencia se le engaña, y es solo entonces cuando parece que quiere lo que está mal.” Cap. 3

“El pueblo, por sí mismo, quiere siempre el bien, pero no siempre lo ve por sí mismo.” Cap. 6

“Para dar leyes a los hombres, harían falta dioses.” Cap. 7

“La libertad puede adquirirse, pero jamás recobrarse.” Cap. 8

Libro III

“No es bueno que el que hace las leyes las ejecute, ni que el cuerpo del pueblo desvíe su atención de las cosas generales para ponerla en las particulares. Nada más peligroso que la influencia de los intereses privados en los asuntos públicos y el abuso de las leyes por el gobierno.” Cap. 4

“Resulta, pues, que cuando se pregunta en términos absolutos, cuál es el mejor gobierno, se plantea una cuestión insoluble por indeterminada; o si se quiere, tiene tantas buenas soluciones como combinaciones posibles hay en las posiciones absolutas y relativas de los pueblos.” Cap. 9

Libro IV

“Al principio los hombres no tuvieron más reyes que los dioses, ni más gobierno que el teocrático. Hicieron el razonamiento de Calígula, y en este caso razonaban bien. Hace falta una larga alteración de sentimientos y de ideas para que los hombres puedan resolverse a tomar a su semejante por dueño y señor y para pensar que les irá bien así.” Cap. 8

Y tantas otras muestras en las que intenta la trabazón social de ese contrato en el que confía y que tan necesario concibe. Es S XVIII pero bien podía ser ya S XXI. Sospecho que muchos de nuestros dirigentes tendrían que leer con calma alguno de estos tratados. Después deberían llegar la aceptación o el rechazo de las ideas que incluyen. Y su aplicación racional. Quién sabe.

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