sábado, 22 de mayo de 2010

EL CREYENTE, EL DUDOSO Y EL NO CREYENTE

Hoy quiero darle una vuelta de tuerca más a eso de la fe, aunque sea solo en unas líneas y de manera muy esquemática.

No parece posible imaginar otra cosa con respecto a este asunto que tres posturas posibles: el convencimiento positivo (la creencia), la duda y el convencimiento negativo (la falta de fe). No generan ni las mismas perspectivas ni las mismas predisposiciones.

La falta de fe cabe suponer que genera entusiasmo por hallar otras posibilidades a través de las cuales encauzar la curiosidad y la insatisfacción propias del ser humano. Lo lógico es pensar en la razón y en su desarrollo en naturaleza, ciencia y técnica.

La duda deja a medio camino pero no anula la posibilidad de indagar y de seguir buscando todo aquello que no se ofrece ni claro ni diáfano a la luz ni de la razón ni de la fe. Parece pues una postura tolerante y abierta a cualquier solución que cotente tanto a la fe como a la razón.

La fe plantea dificultades y taras, al menos desde un punto teórico, muy notables. Hay que recordar que creer a la postre consiste en afirmar como real en una persona algo que solo puede concebir fuera de ella como posible, y siempre desde parámetros que no ajustan precisamente con la razón, o sea, dar por seguro lo que solo podemos defender desde la razón como posible, y esto con evidentes dificultades. No hay pues ni búsqueda ni curiosidad, solo aceptación y, como mucho, reforzamiento de lo que se da por bueno desde el principio.

El no creyente asegura saber sin creer, el que duda renuncia aparentemente al empeño de saber pero no está dispuesto a creer a cambio de nada, mientras que el creyente lo que hace es creer sin empeñarse en saber por sí mismo.

Desde esta perspectiva, la fe lo que consigue es anular cualquier iniciativa personal, cualquier desarrollo de la personalidad y, sin ánimo de ahondar más, conculca el derecho de la razón y termina llevando al suicidio intelectual, a la falta de desarrollo y al atraso general.

Cualquier fe religiosa se sustenta en una doctrina. Esa doctrina contiene un ramillete de dogmas. Los fieles acatan esos dogmas sin plantearse si su razón los da por buenos o los pone en cuarentena. A partir de ellos, ordena su vida y conduce sus acciones. Y si a diario no lo hace, ya tiene cada religión sus intérpretes que le recuerdan sus obligaciones continuamente.

Todos reconocemos muy diversas formas de vivir la fe, pero, con demasiada frecuencia, y mucho más en tiempos en los que nos fallan otros asideros, se vuelve a esas verdades que se dan por buenas y, en su nombre, se cometen barbaridades espantosas. Y también se realizan actos extraordinariamente positivos.

¿Podría significar esto que, si fuera verdad el esquema anterior, hay que anular las religiones? No soy quién para extraer conclusiones para nadie. Cada cual sabrá si comparte el esquema y decidirá qué tiene que hacer. Porque acaso las religiones tengan valores y muy importantes a pesar de todo. ¿Cuáles? Hoy no…

4 comentarios:

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, Don Antonio Gutiérrez Turrión:

Ha conseguido reducir "a tres" todo eso de la fe, sobre lo que es tan cómodo pensar y teorizar, cuando se tienen todas las necesidades cubiertas.

Quería haberle puesto tres canciones, una por cada apartado, pero sólo he encontrado dos.

1- El creyente
http://www.youtube.com/watch?v=fF4zMNGSugw

2- El dudoso.
http://www.youtube.com/watch?v=y9orT1dgPIQ

3-El no creyente
(No he encontrado el poema 'El Delirio del incrédulo' de María Zambrano, en la voz de Amancio Prada- de su disco 'Escrito está').

Saludos. Gelu

Antonio Gutiérrez Turrión dijo...

Yo desde luego que, en estos asuntos, no tengo precisamente todas las necesidades cubiertas. Y bien que me gustaría. ¿Usted sí? Qué suerte. ¿O acaso hablamos de cosas radicalmente diferentes?

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, Don Antonio Gutiérrez Turrión:

A ver, lo que voy a decirle que quede entre usted y yo. Serían peligrosos los malentendidos, en estas fechas en las que Hacienda nos vigila a los que no necesitamos vigilancia, pues nuestros dineros son transparentes como el agua clara.

Verá. Las necesidades, gracias a Dios, las tengo cubiertas, pues me considero "rica", por aquello de que: 'no es rico el que mucho tiene sino el que poco precisa'. Y la verdad es que necesito poco. Cada vez menos; aunque, en comparación con tantas personas que de todo carecen, vivo en un derroche que me avergüenza.
Una vez explicado a usted todo esto, y viendo que Dios está con nosotros, deberíamos compartir y repartir para que todos estuvieran con Él, aquí en la tierra, y luego encontrarnos todos felices en el Cielo, si es que lo hay.

Mientras los cabezas visibles de todas las iglesias, religiones y creencias, vivan en la opulencia, amontonando poder y riquezas, y vean a su lado al pobre sin conmoverse, nunca podré creer en lo que me cuenten y no sea demostrable.
Quizás sea la edad, porque coincido con lo que decía D. Antonio Machado en su poema 'Las moscas'
[...] de esta segunda inocencia,
que da en no creer en nada.

Saludos. Gelu

Jesús Majada dijo...

Desde hace ya bastante tiempo la idea de dios me parece repugnante. Quiero decir que repugna a la inteligencia, en el sentido que tiene el término, referido a dos ideas que no se pueden unir y concertar.