domingo, 13 de diciembre de 2009

SOLO CREAR SI ES VIVIR

¿Cuándo se puede intentar la creación? Respuesta absoluta: Siempre. ¿Cuáles son las mejores condiciones? Ese ya es otro asunto más complejo. No siempre merece la pena.

Este fin de semana ha estado con nosotros Sara. ¿Qué otra cosa mejor podía yo hacer que mostrarle mi cariño y estar atento a sus antojos y a sus necesidades? Resultado: ni una sola palabra en esta ventana. La vida superaba cualquier imaginación en intensidad y en plasticidad. A media tarde nos ha dejado solos y mi mente ya tiene otra perspectiva distinta, las imágenes que me invaden son ya más diversas y apuntan en diversas direcciones. Con ella se han ido sus padres y también Juan Pablo. Juntos hemos compuesto una piñita durante un día y medio. ¿Para qué más? Ahora, a estas horas, ya es diferente.

¿Cuándo escribe mejor un músico sus canciones? Me resulta curiosa la apreciación de que se utiliza más, según entiendo, el verbo escribir que componer para la creación de canciones. Creo que las condiciones más favorables son comunes para cualquier rama del arte e incluso para cualquier tipología dentro de las ramas del arte.

Hay que escribir más canciones de desamor que canciones de amor; hay que escribir poemas de desamor y no poemas de amor, hay que construir con encarnadura y no solo pensando en situaciones idílicas y facilonas…, hay que crear en la dificultad y en la falta de normalidad.

No creo que lo anterior signifique que en el arte deban ocupar solo plaza preferente los elementos marginales; lo que quiero decir es que el tono emocional no puede ni debe ser nunca el de traje de diario, el de la situación monótona e insulsa, el del momento repetido que se agota en sus propios límites. Todo tiene que poseer la capacidad de llegar un poco más allá de lo que “razonablemente” se podría esperar en una situación “común”. Por eso, todo lo que suba a la creación lo tiene que hacer con la servidumbre de lo especial, de lo llamativo, de lo reflexivo, de lo que sobresale por encima de la tapia del horizonte continuo.

¿Y la forma? ¿Tiene que ser también especial? Respuesta absoluta: También. Ser especial en este caso significa simplemente que, sea cual sea el tono formal, tiene que dejar detrás de él un tufillo de fuerza y de encarnadura diferentes.

Acaso la teoría no sea demasiado difícil. En lo que a la creación literaria se refiere. Primero lo obvio: se trabaja con palabras y hay que dominar su uso, sus relaciones y sus posibilidades. En segundo lugar, aspirar a controlar esa clave del uso diferente en cuanto a la forma de los elementos de la creación (no resulta ni sencillo ni frecuente). Y tercero, la encarnadura significativa: todo tiene que aspirar a conseguir ese grado de extrañeza y de admiración que deja al lector o al oyente “colgado” del contenido que le llega a través de las palabras.

Los dos primeros apartados sirven tanto para situaciones positivas como para momentos de reacción en la sensibilidad ante algo que se entiende negativo. La última parte es la que creo que se consigue mejor en los momentos destructivos, en esas burbujas en las que una mente se enfada y, desde la nostalgia o desde el enfado, se vuelve al pasado o enfrenta el futuro con una mirada nueva y con los deseos de que esa realidad se modifique.

Si tal fuera verdad, ¿a qué tipología de personas nos lleva la creación? Pues no a la de los más conformistas ni a los más serenos y complacientes. Qué le vamos a hacer.

Y ni esto me resulta absoluto. Hay algún apartado que se me escapa a este embridamiento. Sobre todo el de los elementos de trascendencia, por ejemplo religiosa. Quizás porque, también en esos casos de aparente complacencia, la sensibilidad anda del todo alterada y buscando realidades tan diferentes que, por ser ajenas a los parámetros humanos, de aquella manera, también ocupan al creador de manera alterada.

Así que, si se vive, olvídese la creación. Salvo que la creación resulte otro modo de vida más intenso y personal, que es a lo que tendría que aspirar siempre. Y créese con el sentido del cambio y de la mejora, con el cuchillo entre los dientes para que nuestra nueva realidad sea nueva o intente mejorar la más evidente.

A mí este fin de semana me ofrecieron Sara y el resto de mi familia mucho más que cualquier palabra. El resultado fue el silencio.

1 comentario:

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, D. Antonio G. Turrión:

Celebramos sus silencios -con usted- cuando son debidos a momentos de felicidad, los cuales cuando se presentan, siempre, hay que aprovechar al máximo.
Luego los efectos del paso por su vida los notaremos en "sus creaciones".

Saludos. Gelu