En la tragedia de Sófocles “Electra”, hablan Crisótemis y la propia Electra:
Crisótemis: ¿No te cuidas de tu vida?
Electra: Ciertamente mi vida es bella y admirable.
Cris.: Bella sería si fueras prudente.
Elec.: No me enseñes a hacer traición a mis amigos.
Cris.: No te enseño eso sino a someterse a los más fuertes.
Elec.: Halágales con tus palabras; lo que dices no está en tu carácter.
Cris.: Sin embargo, es bueno no sucumbir por imprudencia.
Elec.: Sucumbiremos, si es preciso, habiendo vengado a nuestro padre.
Resulta frecuentísimo en la tragedia griega este enfrentamiento entre la fuerza de cierta razón “productiva” por una parte y cierto impulso arrollador por otra. Al trasluz de este episodio en el que las dos hermanas presentan una visión tan diferente de lo que hay que hacer para vengar la muerte de su padre, mi mente se me viene “a lo de ayer” y a lo de hoy mismo.
La vida está llena de decisiones que se mueven entre el impulso de la teoría y el impulso que exigen las vísceras, entre aquello que pide el cuerpo y lo que dicta una visión más reposada y tal vez más egoísta. No es sencillo aquel equilibrio que proclamaba el poeta: “piensa el sentimiento, siente el pensamiento”.
En las islas Canarias existe un buen escaparate estos días de este dilema, con la imagen de la activista saharaui que enseña sus impulsos, seguramente no muy bien calculados, frente a otras posibles opciones a las que la llevaría acaso la razón. ¿O acaso es una foto muy bien razonada presentada en forma de impulso y de pasión? Porque, con este aparente empuje de pasión, lo cierto es que ha conseguido ya más conciencia internacional que tantos años de languidez diplomática en torno del Sahara.
Si traslado el binomio a mi vida más próxima, se me llenan las manos de ejemplos en los que la pasión se tiene que embridar con el reposo de la razón y aquellos en los que la razón se me vuelve mármol frío, como el hielo de las calles de esta misma mañana, y tengo que tirar por la calle del medio y pasar a la acción suceda lo que suceda.
Quizá es que el fin no justifica cualquier medio sino solo aquellos que mejor se ajustan a los fines que se quieren conseguir y dentro de un proceso que, en alguna manera, podamos dominar.
Salvo que “nos pongamos estupendos” y nos dé por razonar en busca del sentido tanto de la pasión como de la razón. Entonces nos podemos quedar en el abismo. Y hoy sigue haciendo frío.
miércoles, 16 de diciembre de 2009
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1 comentario:
Uuuuffff!!...la pasión y la razón, ¡qué mala combinación!..o que buena, porque nos conduce al equilibrio (aunque sea inestable).
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