Hace solo un par de días que se ha celebrado la segunda vuelta de las elecciones para elegir Rector en la Universidad de Salamanca. En ella me formé (o algo así), allí pasé unos años como alumno, en ella conseguí unos títulos de esos que firma el Jefe del Estado, allí di clases durante unos cuantos veranos, allí estuve a punto de quedarme si mi posición económica hubiera resistido una magrísima ayudantía, y de allí me vine hasta estas tierras serranas a ejercer en este asunto de la educación.
Sigo muy de lejos lo que ocurre en esa institución pero me parece que sigue siendo fundamental para la vida de la ciudad e incluso para la de la provincia. Me faltan datos para opinar con suficiente solidez y por eso tengo que callarme casi todas mis opiniones.
Esta vez era candidato Pepe Gómez Asencio, Rector en funciones, antiguo compañero y tipo listo él. Comenzamos la andadura laboral juntos en una institución que se llamaba Colegio de España, hace ya demasiados años. Después coincidimos en Cursos Internacionales. Más tarde, cada uno siguió su propia senda y se acomodó donde la vida lo puso. Muy de tarde en tarde lo veo y lo recordamos.
Pepe parecía candidato favorito, pero se quedó en el camino. En la segunda vuelta perdió las elecciones. Supongo que el hombre andará reponiéndose del susto y haciéndose a la idea de volver poco a poco a su vida normal en la cátedra de Gramática. Ayer mismo le mandé unas palabras de ánimo en una carta.
Me hubiera gustado tener un Rector de Letras en esa casa. Hace demasiado tiempo que no hay gente de estas ramas. Y lo curioso es que, en la Historia de la institución, todo el mundo se arrima a las figuras del humanismo: fray Luis, Unamuno.
Es fácil suponer que juegan muchos elementos en la elección y ya he dicho que no cuento con todos los datos. Pero tengo opinión. Y creo que el asunto de Letras y Ciencias sigue contando, que la sociología de Salamanca es la que es y no da para otra cosa, que hasta el asunto del nativo y del foráneo también cuenta, que el mundo en general sigue contando con los cuerpos y con los estereotipos, y que el punto de partida, después de la salida en falso del anterior Rector, no era el más claro.
En fin, que es este un episodio importante para estos lugares en los que anda uno, que nada puede uno hacer si no es considerarlo de manera genérica y teórica, como sucede con casi todo lo demás. Así que uno lo mira y no lo toca, se vuelve a sus pequeños cuarteles de invierno (y de todas las estaciones) y sigue viendo pasar el tiempo, que es lo que siempre pasa. C´est la vie.
jueves, 3 de diciembre de 2009
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